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Como bien sabemos, Lolita Ayala es una comunicadora de excepción, poseedora una larga y exitosa trayectoria profesional.

En el campo del periodismo ha obtenido múltiples reconocimientos desde sus tiempos de reportera, actividad en la que se inició en los años setenta, hasta sus logros como conductora de noticiarios. Desde 1987 se hizo cargo de la conducción de todo un segmento noticioso –antes llamado “Muchas noticias” y ahora conocido simplemente como “El noticiero con Lolita Ayala”– que ha logrado mantener por años el interés y la aceptación del teleauditorio.

Dueña de un grato o inconfundible estilo para dar a conocer los sucesos que se registran dentro y fuera de nuestras fronteras, es ya la decana de la televisión mexicana en ese género.

Pero más allá de su labor profesional, Lolita es un gran ser humano, aspecto que me interesa abordar en esta colaboración.

Por ello, aludo hoy a esa magna obra humanista y de solidaridad social que ha dado frutos y beneficios invaluables para cientos de miles de seres humanos. Esta, su faceta filantrópica, a la que le ha dedicado gran parte de su tiempo y atención desde hace largos años, le valió apenas hace unos días otro merecido homenaje, en el que tuve el privilegio de estar presente.

La cita fue en el Club Social Naval, sitio a donde asistieron personalidades del ámbito político y de la academia, de los medios de comunicación, la cultura y el espectáculo.

Un encuentro cálido y fraternal que enmarcó ese reconocimiento tan merecido a mi querida y admirada amiga, quien recibió una presea de manos de la embajadora de Italia en nuestro país.

Constatamos ahí una vasta y noble tarea que desde hace 26 años viene desarrollando Lolita a través de su fundación Sólo por Ayudar. Una institución que lucha por los que menos tienen, y que lo mismo maneja un banco de alimentos capaz de ofrecer servicio a más de 60 000 personas de escasos recursos, que una casa hogar que puede albergar a 200 niños en situación de calle. Mi compañero Alejandro me platica que cuando él estuvo al frente de la Central de Abastos pudo constatar la nobleza de este organismo y de la propia Lolita.

De igual forma, la benemérita acción de Solo por Ayudar se extiende al campo de la salud, con un banco de medicamentos, así como a través de la lucha emprendida contra la leucemia y el cáncer de mama, y de los diversos apoyos en los casos de insuficiencia renal crónica.

Y qué decir de su participación generosa ante desastres naturales, con la donación de  alimentos, productos, ropa y hasta materiales para reconstruir las viviendas dañadas.

La gran Lolita resume su vocación con una lucidez impecable: “Ayudar es retribuir a la vida un poco de lo que nos ha dado”. Así que todas y todos debemos ayudarla más a ayudar.

Una mujer extraordinaria que conjunta inteligencia, sensibilidad, compromiso y bondad, entre otras muchas cualidades.

Por todo, muchas, pero muchas felicidades, querida Lolita.