UN MUNDO A TUS PIES

La ciudad de México es hoy tan vasta, compleja y apasionante que para aproximarnos a una aceptable descripción requeriríamos toda una crónica de crónicos.
Para empezar, bien podemos definirla como una ciudad de ciudades por su multiplicación de espacios y vericuetos de todo tipo.
Justo apenas el pasado fin de semana volví a tener presente sus inacabables dimensiones, cuando me di una vuelta por la llamada Plaza de la Tecnología –que es su nombre oficial–, también conocida por muchos como Plaza de la Computación.
Un espacio en el corazón de la ciudad, en la antigua calle de San Juan de Letrán (hoy Eje Central) esquina con Uruguay, cuya página web –porque, por supuesto, cuenta con una– presume que reciben 25 millones de clientes al año. Así dice su publicidad: “Somos el único espacio con locales especializados en tecnología [...] Integramos a las marcas más reconocidas del mundo y ofrecemos lo más avanzado en cómputo, telefonía, fotografía, videojuegos y electrónica, a los mejores precios”.
De verdad, entrar ahí es sumergirse en un mundo distinto y laberíntico, con sus propios circuitos, pasadizos, intercambios… y hasta con un lenguaje propio.
–Hola amiga –se escucha a cada paso, de parte de jóvenes que ofrecen artículos electrónicos, cada uno en su giro y, a su vez, con productos disímbolos.
Y luego es frecuente oír términos y palabra entreveradas:
–¿Qué busca? Aquí lo tenemos: recargas de tóner, ajustador de guayfai, cabezales de impresión, drums, chips, adaptador alterno…
A cada paso una oferta y un volante impreso entre una multiplasticidad y cuchicheos provenientes de ese hormiguero humano que va y viene por reducidos estancos comerciales.
Digamos que se trata de una Babel enquistada tan solo en una calle de las miles de manzanas que conforman el trazo urbano de la ciudad. Pero una Babel donde, a fin de cuentas, marchantes y consumidores se entiende en precios y pagos.
Y vaya que circula el dinero en efectivo, aunque si se requiere pagar con tarjeta, aparece por aquí y por allá la más que oportuna terminal portátil. Además, la compra puede ser acompañada de su debida factura, faltaba menos.
Entre los casi siempre jóvenes dependientes, el que menos sabe se asemeja a todo un ingeniero en sistemas con doctorado en el “Tec de Masachuset”.
De repente, si el hambre surge luego de tanta caminata, también hay múltiples opciones: desde los tacos sudados hasta las garnachas con salsa borracha.
La fascinación es extrema y nadie escapa a la magia del regateo en toda compra-venta. Pero no termina ahí. Y a la salida, a lo largo de la banqueta los “ambulantes” ofrecen todo tipo de novedades en cuestión de software, es decir, de programas informáticos, entre otras mercancía. Como un producto que estuve a punto de comprar durante mi estancia en Nueva York en las fiestas navideñas recientes y, ¡oh sorpresa!, en un puesto callejero de la misma calle de Uruguay ya estaba ahí, a muy bajo precio y presumiendo su condición del mundo global.
Un rostro más que se asoma en el espejo de la ciudad, con atractivo propio y look muy del siglo XXI.

http://www.marthachapa.net/
enlachachapa@prodigy.net.mx
Twitter: @martha_chapa
Facebook: Martha Chapa Benavides

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Comentarios

  • increíble pero cierto, nuestro México lindo tan versátil verdad?, saludos Martha , muy bueno el reporte

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