Si estás preocupado por el rumbo de tu vida afectiva y sientes que estás navegando a la deriva, este taller te ayudará a tener una vida enriquecedora.
“El amor no tiene cura, pero es la única medicina para todos los males”, Leonard Cohen
Si tienes ganas de asistir al taller Volver a empezar seguramente estás preocupado, en mayor o menor grado por el rumbo de tu vida afectiva… Acaso tú, al igual que nosotros, ¿sientes que en la actualidad la vida amorosa “navega a la deriva”?, ¿observas que el malestar amoroso tiende a ser la constante en las relaciones tanto de casados como de solteros?, ¿experimentas que la falta de relaciones de pareja satisfactorias genera zozobra y confusión?.
Hoy, tanto hombres como mujeres, intuimos que transitamos una época de “crisis amorosa”. No existen modelos válidos que faciliten la felicidad, y esto se deja ver de manera particular en el territorio del corazón.
Muchas de las personas casadas piensan que el matrimonio es “un mal necesario” y que la felicidad se encuentra en “otro lado”; de ahí la infinidad de chistes sobre bodas y desgracias, incluyendo el que dice que el matrimonio es como un submarino porque “puede flotar, pero está hecho para hundirse…”
Los solteros por su parte, piensan que la dicha llegará al encontrar a su “media naranja”; se dan a la “caza” de un “alma gemela” y muchas veces hacen a un lado planes y proyectos con miras a lograr este objetivo.
¿Pasas la vida de desencuentro en desencuentro?
Queda otro gran grupo de personas que pasan la vida de desencuentro en desencuentro, desilusionados de la gente y del amor. Sin pensar mucho culpan a otros por la insatisfacción que experimentan y asumen poca responsabilidad en sus desencuentros amorosos.
Este panorama puede parecerte caótico: intentemos describir el momento histórico que estamos viviendo para que comprendas un poco mejor el cambio que atraviesa el fenómeno amoroso en la actualidad.
La pareja siempre se ha constituido respondiendo a factores externos; tiene que ver más con las exigencias de la sociedad que con las necesidades de los amantes. En un principio las relaciones de pareja eran acordadas, basadas en el compromiso, y unidas por la necesidad de sobrevivir, de producir y reproducirse. Así el tema del amor era casi irrelevante: se buscaba gente sana, posicionada económicamente, “de buena madera”, que ofreciera ventajas para la relación y las familias y que fuera equipo en el tema de la crianza y la sobrevivencia.
Con la revolución francesa y el romanticismo, la pareja fue incorporando las emociones de los individuos o de la propia relación idílica. Se dejó ver con claridad la división entre la necesidad social de construir una relación fuerte, incluso desde el punto de vista económico, y el deseo romántico basada en los sentimientos que invitan al idealismo, a la sensación de completarse en el otro, y al deseo permanente del encuentro con el amado.
Las parejas de hoy
¿Y qué ocurre hoy en día? Muchas personas piden a la pareja o esperan de la relación no sólo el acompañamiento y la ayuda, ni tampoco el puro sentimiento: hoy las relaciones amorosas buscan además sensaciones satisfactorias, únicas e intensas. Sin soltar del todo la idea de que “tú y yo somos uno mismo”, se esperan altos niveles de gratificación en muchas áreas de la vida personal y amorosa.
Con el transcurso del tiempo diríamos que la pareja pasó de ser una pareja institución a una pareja romántica, y luego de una pareja romántica a un tipo de pareja “sensorial”. Este cambio lo puedes notar si percibes en ti el deseo de encontrar una pareja que te asegure todo y te haga sentir mucho, cosa que no solo es difícil de lograr sino además endeble para construir un modelo amoroso alcanzable, realista y duradero.
El mundo ha cambiado rápidamente: la transformación de tan solo el siglo XX es equivalente a todos los millones de años anteriores en la historia de la humanidad; ni que decir de la primera década del siglo XXI: ¡en diez años se evolucionó lo mismo que en todo el siglo XX!. Esta velocidad ha afectado de manera contundente nuestro modo de entender y vivir el amor.
Las redes generadas por los medios de comunicación han conformado una nueva forma de relacionarnos que nos conecta a unos con otros al tiempo que mantiene una estremecedora lejanía en estos “encuentros”. Un sabor a soledad y miedo queda después de la fascinante cercanía y del vertiginoso descubrimiento.
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