Este año, solo en los Estados Unidos, se gastarán unos 20 mil millones de dólares en el Día de San Valentín, serán 145 millones de tarjetas que se regalarán. Eso es mucho dinero gastado para decir que te amo.
Pero hay otra cara de la moneda. El mundo necesita amor. Tanto amor como sea posible. Y francamente, estoy para cualquier día que se quiera celebrar el amor.
Sin embargo, esto no significa que no podamos aportar más significado a este día. Podemos y debemos. Espero que este año todos busquemos nuevas formas de transformar el Día de San Valentín en una celebración que se convierta en una expresión de lo que realmente es el amor.
La verdad es que podemos hacer de este día especial, lo que queramos. Podemos seguir haciéndolo referente a lo que compramos en una tienda (y no hay nada de malo con eso en sí) o podemos hacerlo acerca de lo que elegimos dar desde nuestro corazón. Es nuestra elección. Pero antes de decidir, debemos recordarnos que si bien las flores pueden marchitarse y los dulces se pueden comer, el amor que proviene de nuestro corazón — de la parte más profunda de lo que somos — durará para siempre. También se extenderá más allá de nuestro pequeño rincón en la Tierra y regresará de vuelta a donde pertenece, en nuestros propios corazones. Como Paul McCartney cantó una vez, “El amor que tomamos es igual al amor que damos”. Nunca conoceremos el amor hasta que lo regalemos.
Vamos a desafiarnos a hacer de este Día de San Valentín una oportunidad de oro para abrir nuestros corazones y difundir el amor dondequiera que necesite ir. Debemos confiar en que el amor encontrará su hogar. Y sí, esto podría ser amor romántico por un compañero, pero también es amor por un niño, nuestra familia y amigos. Es amor por el trabajo que hacemos, las pasiones que seguimos, las alegrías que descubrimos. Es amor por la Tierra, el cielo y el océano. Es amor por nuestro planeta, nuestra conciencia y nuestra divinidad. Es amor el uno por el otro.
Y por sobre todas las cosas, es el amor por nosotros mismos. Al celebrar el Día de San Valentín, recuerda que nunca podrás amar a alguien más de lo que te amas a ti mismo.
Así que, si quieres enviar flores, empieza enviándolas a ti mismo. Disfruta de un masaje. Un baño caliente. Un viaje de fin de semana. Y mientras, aprovecha a mandarte tu propia tarjeta de San Valentín, escribe tu agradecimiento por estar vivo, de respirar, de disfrutar, de amar. Recuérdate que cuanto más te ames a ti mismo, más amor tendrás para dar al mundo.
Los Beatles tenían razón, “All we need is Love”.
¡Amor de verdad! Amor incondicional. Amor dado libremente y sin expectativa, de un alma hermosa a otra. Eso es lo que yo llamo un día de San Valentín más amoroso.
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