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Al pasar los años, los muchos años, cuando miro que mi madre cumplió 90 años, me emociono.  Vivo más intenso el presente, no sé cuántos más esté conmigo, aunque en el caso de partir, también puedo ser yo quien se despida de esta vida, nunca sabemos.

Ella es una mujer que se cuida, se cuida bien, lo cual agradezco.  Es autosuficiente, puede hacerse de comer, y medicarse por sí misma.  Qué bendición que no me preocupo.  Aunque alguien me dijo un día: "no pongas tus barbas a remojar", pues pronto va a necesitar de muchos cuidados.

Esto, no lo sé.  Sólo sé que me gusta disfrutar con ella el atardecer.  Que tiene capacidad de disfrutar el momento, de gozar del nacimiento de una rosa o de un bebé.  El asombro es igual.  Creo que descubro parte de su secreto de envejecer bonito.  Tiene asombro por muchas cosas.  Asombro por el amanecer.  Asombro por una mascota.  Asombro por el pájaro que canta en su ventana.  Alguien me dijo que el asombro y la fe son hermanos.  Quiero pronto estos hermanos para mi bien vivir.