UN CICLO DE VIOLENCIA

 

Una madre le grita a su hijo porque está desesperada y no tiene con quién desquitarse. Ese niño golpea a un compañerito de la escuela, porque está resentido. El compañerito, frustrado,  rompe el florero favorito de su mamá. Esa mujer es dentista y, furiosa por la pérdida de su florero, trata mal a sus pacientes ese día. Sus pacientes salen del consultorio muy perjudicados y uno insulta a una anciana que se cruzó en su camino, otro más maltrata a su perro cuando llega a casa y un tercero es asistente de un político. Como su dolor de dientes es insoportable y se siente lastimado, ese día es desatento con su jefe quien, molesto con su empleado,  se desquita con otro político de un partido opositor al suyo y lo insulta. El opositor se ofende y los ánimos se encienden, pues responde con más insultos. Se forman dos grupos. La tensión crece y crece. En muy poco tiempo la nación entera se divide en los adeptos de uno y otro partido. Por aquí y por allá hay enfrentamientos entre ambos bandos. Cada uno responde con mayor violencia a cada ataque, hasta que el estallido de una

 cruenta y violenta es inevitable. Eso, desde luego, no les gusta nada a varias naciones vecinas, por lo que se disponen a terminar con el problema iniciando una ofensiva militar sangrienta. Si la mujer que le grito a su hijo al principio de este relato hubiera sabido el efecto de su acto, quizás lo hubiera pensado mejor.

 

Te parece una exageración? Lamentablemente no lo es. Es sólo un retrato que intenta sintetizar cómo se forma un ciclo de violencia creciente y una manera de entender cómo es que estamos conectados con el estado general de miedo e intimidación que muchos lugares del mundo viven y cuál es nuestra participación en él.

 

La violencia tiene un ciclo y tiende a aumentar cuando se alimenta de más violencia, mientras no haya un esfuerzo decidido y consistente por detenerla e instaurar la paz. Ser “un poco” agresivo es usar “un poco” de la misma energía que se necesita activar para iniciar una guerra. Sólo es una cuestión de grado. De dónde sacamos los seres humanos que la respuesta correcta y digna hacia la violencia es más violencia, no lo sé.

 

Todo lo que hay afuera, en la realidad del mundo, es un fiel reflejo de nuestra realidad interior. Las manifestaciones de crimen, odio y maldad cesarán cuando cada quien nos ocupemos de purificar la parte de nuestro ser que expresa su malestar agrediendo a alguien más.

 

Como seres humanos imperfectos que somos, una buena idea es pedir que nuestra naturaleza divina se active para mostrarnos una senda segura hacia la paz interior. Que cada ser en la tierra podamos convertirnos en vehículos de armonía y serenidad para otros. Que la tierra se convierta en un lugar tranquilo y feliz. Lo podemos hacer, lo construimos un poco cada vez que elegimos conscientemente la conciliación, la concordia y los límites sanos y decimos NO a perpetuar los ciclos de violencia. Así es!

 

@AuroraDelVillar

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Comentarios

  • Muchas gracias a ti, mi querida Gina!!!

  • Muchas gracias, Auro. La paz de mi interior se manifieste en el exterior y la paz del exterior en mi interior. Así sea y así será.

  • Así sea, Alicia!!! Un abrazo

  • Gracias por compartir...Acepto el don de la paz en mi corazón. Acepto el don de la paz en mi alma. Acepto el don de la paz en mi mente y en mis emociones. Así sea.

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