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Venía manejando por caminos estrechos y sinuosos,
en una tarde soleada, después de un largo invierno,
de días oscuros y tristes, y bueno;
En mí querido smart convertible, verde limón.
Traía conmigo una de mis pinturas terminadas, que encendían en mí, sentimientos bellos.
La tarde había sido de trabajo y charla,
de vino y broma,
de concentración que es meditación.
De enriquecimiento de espíritu.
…Cuando se crea algo nuevo es como ganarle tiempo al tiempo.
Que mas podía pedir a la vida, y ¡caray!
Al parecer había algo en mi mente que no perdonaba….
y los recuerdos a esto eran pensamientos que como “gusanos”, se meten a la cabeza,
como a una manzana, y te pudren por dentro.
Llegue a mi casa, dispuesta a buscar un álbum de fotos para romperlas;
Mi mente deliraba y planeaba venganza.
Y, ¿por qué esto? Y, ¿por qué esa furia?
Simplemente por esperar una conducta diferente de quien amaba.
Y, realmente desesperada abrí el álbum
pero “esas fotos” no las encontré;
no había nada que romper, estaban las hojas “vacías”.
Las otras hojas hacían un álbum que pesaba de recuerdos,
de momentos inolvidables y de absoluta belleza y armonía.
Es ahí cuando reflexioné lo injusta que era yo, para mi persona amada y para mí misma.

Dios me ha dado todo…. ¿qué estaba haciendo yo para martirizarme con pequeñeces?
La vida es muy bella a pesar de sus dificultades que son retos,
y siempre hay un porqué para cada cosa.
Me debo preguntar en cada circunstancia… ¿Qué debo aprender hoy?
Y ese día justamente aprendí que mis expectativas hacia alguien eran muy altas
Y que un “ángel” me puso el álbum en las manos y me dijo…
“Pésalo, es muy pesado…
Son muchísimos momentos bellos de tu vida y muchísimo amor que has recibido
No le debes de dar importancia a un tiempo que marco una circunstancia
que no fue de tu agrado y, bórralo”
No rompí las fotos de “esas” páginas. Ya no lo necesitaba,
ya están “vacías”, porque en mi mente decidí
dejar fluir la vida,
gozarla y sonreírle.

Martha Schumacher