Ya está cerca el día de muertos. Recordar a nuestros muertos es una muestra de amor, cuando lo hacemos con nostalgia y cariño. En este día quiero recordar a mi padre, a mis abuelos por su presencia amorosa en mi vida.
Hay que honrarlos. De ser posible tener un pequeño altar en casa en donde les prendamos una veladora y les pongamos flores de vez en cuando. Honrar su presencia en nuestras vidas, es honrar también nuestras raíces, recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Estoy segura de que se mi abuela viviera, le daría un enorme gusto de mirar su fotografía en mi pequeño altar en donde venero sus enseñanzas y su presencia en mi vida. A mi padre, por supuesto que no lo he olvidado, sus momentos tiernos cuando yo era niña me dejaron marcada el alma para mi adultez.
Nuestros muertos viven mientras los recordemos. No tengamos miedo de volver la mirada hacia atrás, al encuentro de la magia que nos sostuvo unidos por el misterio de la vida y el amor. Sin olvidarnos de mirar hacia el frente porque no podemos quedarnos suspendidos en tiempos pasados, ya sean mejores o no.
Me gusta la tradición del día de muertos. Es una manera de mantener viva la llama del amor.
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