“Yo no me enojo, pero tú sacas lo peor de mí.”
“No me hagas ir por ti…”
“No me hagas bajarme del carro…”
“¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?”
¿Has usado alguna de estas frases? Este lenguaje indica que has entrado en el “Juego del Control”, en el que nadie puede ganar realmente.
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No es de extrañarse que termines gritando, explotando o “tirando la toalla”. Y colgar la “Gráfica de Comportamiento” en su cuarto o en el refrigerador, sermonearlos, castigarlos, hacer reuniones familiares, y tantas otras técnicas sacadas de muchos libros de paternidad simplemente no funcionan. ¿Por qué?
Para casi todas las mamás o papás, la noción de que lo mejor que puedes hacer por tus hijos es aprender a enfocarte en ti, puede parecer extraña - incluso absurda.
No lo es. Y se debe a esto: la única persona a quien realmente puedes controlar es a ti mismo. No puedes controlar a tus hijos, ni a ninguna otra persona. Nunca has podido y nunca podrás.
Cuando te centras en manejar tus emociones y tu propio comportamiento, puedes influenciar el de tus hijos. Tu liderazgo puede establecer patrones de conexión y cooperación, o detonar ansiedad, estrés y rebeldía en tus hijos.
¿Qué motiva el mal comportamiento del niño? ¿Cómo utilizar la Estrategia de la Elevación para ayudarte a entender tus reacciones y las de tus hijos? ¿Cuáles son estos dos caminos?
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P.D: para que más padres salgan del ciclo de la paternidad reactiva, Comparte y ¡Comenta! Los niños de ahora te lo agradecerán.
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