Los hombres y mujeres que vivimos una ruptura emocional somos como un barco que pierde su brújula en medio del mar embravecido, en algún momento parece que nos hundimos y en otros no sabemos hacia dónde dirigirnos. Muchas situaciones durante este proceso en nuestra vida parecen estar sin control.
Aunque para algunos este mar se convierta después en una laguna apacible donde empieza la reconstrucción, tanto para hombres y mujeres reaparece en algunas ocasiones, la oportunidad de relacionarnos nuevamente.
De este modo, ya sea que nos encontremos navegando en un mar enfurecido o en una tranquila laguna, podemos en algunos casos padecer algo que me atreveré a llamar: “Turismo Emocional”.
¿Y qué entiendo por esto?
Pues bien, tomando la misma analogía de un barco que navega, el turismo es una actividad donde partimos de un lugar para llegar a otro con la finalidad de explorar, vamos por placer, aventura y momentos de tranquilidad. Utilizar la palabra Turismo ha sido intencional por estos motivos, ser un “Turista Emocional” en hombres y mujeres, me refiero a una actividad relajada en la búsqueda de una nueva relación de pareja.
Ahora para integrar la palabra “Emocional” vamos a utilizar la imagen del barco como nuestras herramientas emocionales, aquellas con las que contamos después de nuestra anterior relación. Este barco continua navegando y como sucede en la realidad, dependemos de el para llegar a nuestro destino y no naufragar. ¿Pero qué sucede si en esta aventura de ser un turista emocional, contamos con barcos bien equipados o por el contrario, no aptos para emprender la aventura?, veamos lo que de manera simple pudiera resultar.
El Barco sin Rumbo.
Nuestro estado emocional es como un barco sin brújula y averiado por las recientes tormentas, no sabe a dónde va, tampoco que busca. Cualquier destino será el paraíso, pues supondrá la salvación de la tormenta. Será más un naufrago que rescatar que un explorador. Sus carencias estarán expuestas y pensara que ese destino es el único, no puede haber otro destino, puesto que no cuenta con la habilidad ni con la fuerza para partir de nuevo, cambia la seguridad de lo que encontró por la oportunidad de seguir explorando y aventurándose.
El barco que busca solo el paraíso.
También puede suceder que nuestras expectativas emocionales sean las de encontrar la relación perfecta. Contamos con un barco que sabe que busca el paraíso, iniciamos nuestro viaje con altas probabilidades de no estacionarnos nunca, navegando y navegando en búsqueda de la relación perfecta. En el fondo sabemos que siempre hemos preferido partir que quedar estacionados.
El barco.
Cuando uno sabe que herramientas han quedado después de la tormenta de una ruptura emocional y decide emprender el viaje con cierto anhelo y una pizca de expectativas, quizá sea un turista que toma el control de su experiencia. Sabe a dónde va sin perderse, arriesga y asume su responsabilidad cuando se estaciona por un momento en destinos que no le satisfacen. Levanta el ancla y parte de nuevo. Del recorrido hace un aprendizaje. Revisa de vez en cuando su horizonte y es muy probable que después de varias estaciones finalmente llegue a su destino. La experiencia lo ha llevado a dos grandes momentos, saber partir y saber estacionarse, encontrar como a encontrarse.
Esta sencilla forma de calificar algunas experiencias personales es probablemente la forma como he podido comprender como las personas adultas iniciamos en cada relación un viaje, una experiencia.
Nos convertimos en “Turistas Emocionales” porque finalmente buscamos o anhelamos el retorno de la vida en pareja. Nos damos el permiso de navegar, aunque en algunas ocasiones no nos detengamos a revisar con que herramientas contamos para iniciar nuestra aventura. Hagamos siempre los ajustes necesarios para nuestra salud emocional, emprendamos intencionalmente el mejor de nuestros viajes y aprendamos a navegar en tormentas como en la calma, que la experiencia de llegar y partir, nos brinde los que buscamos y pensemos que siempre que veamos un nuevo horizonte, estaremos reconociendo nuestra propia capacidad de amar.
Diana Rodríguez.
Comunicadora mexicana, Locutora en “Conversemos Radio”.
Tijuana B.C. Julio 2013.
Comentarios
Gracias.. una enseñanza mas para esta personita que soy yo.