TRONAR A TRUMP

 

Por fin se empieza a percibir una estrategia para detener al locuaz Donald Trump, que hasta ahora parecía imbatible.

 

Ahí están las declaraciones de Mitt Romney, el excandidato presidencial por el Partido Republicano. El exgobernador de Massachusetts, derrotado por Barack Obama en 2012, calificó a Trump de farsante, mentiroso, misógino y no apto para la Presidencia, y llamó a sus correligionarios a votar por cualquiera de los demás precandidatos. A su convocatoria se sumó otro excandidato del mismo partido, John McCain, y las voces de ambos se unieron a las de varias docenas de destacados militantes republicanos que han opinado en el mismo sentido.

 

Es interesante ver cómo en las últimas semanas ha ido permeando en la sociedad estadounidense y en diversos líderes de opinión la alarma creciente ante la que parecía casi inminente candidatura de Trump, pues el multimillonario avanzaba con paso firme y en no pocos casos llegaba a arrasar, sin bloques ni bloqueos políticos a la vista.

 

En los medios de comunicación también ha sido más notoria la oposición en contra de la candidatura de este que, quizá con tino, ha sido calificado de populista de derecha, cuando no de plano se le cataloga como fascista. Ahí está el caso de una edición reciente de la popular revista Time, donde aparece una fotografía del rostro de este gesticulador y una serie de casillas palomeadas que lo describen: “matón”, “showman”, “aguafiestas”, “demagogo”... Lo preocupante es que queda sólo una casilla vacía, al final, que señala: “45º presidente de Estados Unidos”.

 

Qué bueno que esa reacción en contra de las patanerías del precandidato ha surgido de manera más contundente, aunque todavía no puede darse por ganada la batalla de la razón, la tolerancia, la apertura y los más elevados valores de la democracia y de la libertad, pues lo idóneo sería que ese bravucón, racista e irascible individuo de ninguna manera llegue a ser el candidato del Partido Republicano.

 

Por su parte, tanto Hillary Clinton como Bernie Sanders, precandidatos demócratas, se han ocupado del tema en sus propios discursos de campaña, así como en los debates de su partido, y han coincidido en reprobar las propuestas –más bien amenazas– de política migratoria de Trump. Clinton lo ha dejado claro con una palabra: “Basta” ante las declaraciones imprudentes y xenófobas del empresario y ha calificado su muro como “pura fantasía”, mientras Sanders afirmó que estaba convencido de que los estadounidenses no votarán por un candidato que insulta a los mexicanos, a las mujeres y a los afroamericanos.

 

Aquí, en México, parece haber un rechazo unánime al magnate, y a pesar de la extrema cautela del gobierno federal para pronunciarse al respecto, en los últimos días se han registrado opiniones como la del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien aseguró que México no pagará ni un solo peso para la construcción de un presunto muro en la frontera norte, con el que Trump amenaza una y otra vez, siempre afirmando que será nuestro país el que lo financie.

 

Por su parte, el propio presidente Enrique Peña Nieto ha manifestado que de seguir esa actitud afectaría la relación de México y Estados Unidos. Además equiparó el discurso de Trump con el de nefastos dictadores de triste memoria, como Hitler y Mussolini: “Ha habido episodios de la historia de la humanidad, lamentablemente, donde estas expresiones, de esta retórica estridente, sólo han llevado realmente a escenarios muy fatídicos...”, dijo.

 

Qué decir de artistas e intelectuales que en sus propios espacios de opinión en los medios de comunicación (radio, televisión y prensa) han unificado sus críticas contra las desmesuras peligrosas de este hombre de 69 años que tanto nos desprecia y critica.

 

Una gran preocupación se tiene también en Estados Unidos por los embates de este belicoso precandidato contra los musulmanes, que pueden generar todavía más hostilidad de los grupos extremistas, como se ha visto en el pasado reciente. De igual forma, causan recelo sus acercamientos irresponsables y riesgosos con la Rusia de Vladimir Putin, en detrimento de potencias como China.

 

En fin, pocas veces se ha visto en la historia contemporánea mundial un racismo tan escandaloso como galopante, que por esa razón ha generado reacciones en cadena con una respuesta cada vez más extendida en contra del aspirante que, pese a todo –por desgracia–, sigue como puntero en la contienda hacia la candidatura republicana.

 

Ojala las reacciones continúen y adquieran fuerza para que pronto podamos decir, para bien no sólo de los mexicanos sino del mundo entero, que Trump ya se quedó atrás, muy atrás, y se convirtió en una anécdota olvidable.

 

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