A estas alturas es casi una regla: si quieres despegar profesionalmente, necesitas un mentor. Entonces haces un lista de celebridades reconocidas en el medio por sus grandes éxitos y comienza la odisea de hacerse notar y buscar la forma de acercarse a ellos para hacer la gran pregunta “¿quieres ser mi mentor?”. Aunque existen casos afortunados en los que esta aproximación funciona y el mentor acepta, muchas veces estos encuentros resultan forzados y se convierten en una fuente de frustración y decepciones para ambas partes. En otros casos, el mentor rechaza el pedido y el mentee se siente vulnerable y dudoso de su valor profesional.
¿Por qué pasa esto?
¿Fan o mentoring partner?
Empecemos por lo básico. El mentoring es una herramienta diseñada para ayudarte a crecer y desarrollarte en la vida profesional y laboral. Responder ¿para qué quiero iniciar un proceso de mentoring? será la primera referencia para buscar a la persona adecuada. No sirve de mucho tener como mentor a un destacado médico si lo que buscamos es orientación sobre nuevos negocios en la industria automotriz. Parecería obvio pero no lo es, ya que muchas personas buscan a sus mentores por su reputación o popularidad y no por los resultados que esperan alcanzar. Muchas veces sin darnos cuenta, tenemos a nuestro mentor en la punta de la nariz y no nos hemos dado cuenta de que alguien ha desarrollado esta función a lo largo de nuestra carrera profesional.
Algo similar sucede cuando personas que están iniciando su carrera profesional buscan al CEO de una empresa transnacional para administrar mejor sus tareas. Al CEO probablemente no le represente un reto emocionante dar consejos a ese nivel de detalle y seguramente no tendrá tiempo.
Para sacarle todo el jugo a este tipo de relaciones, es importante hacer la tarea e investigar quién, en tu rubro, está haciendo cosas interesantes que a ti te gustaría conocer o quién tiene una trayectoria similar a la que a ti te gustaría desarrollar. Es recomendable que sean personas entre 5 y 10 años mayores que tú para que les resulte fácil evocar el momento en el que se enfrentaron a retos como los tuyos. Si bien esto no es una regla, cuando busques un mentor considera que si tienen una posición tan senior, estarán muy lejos de los conflictos que tú vives. O demasiado junior, y no tendrán los conocimientos que tú necesitas para acelerar tu carrera.
¿Espectador o protagonista?
Otro problema recurrente son las expectativas con las que ambas personas inician este compromiso. En los programas formales de mentoring se establece la periodicidad de las reuniones, los objetivos, la forma de medir avances y la duración de las reuniones. Pero los encuentros semi-formales muchas veces carecen de rigor y más pronto que tarde acaban convirtiéndose en llamadas cada 6 meses para platicar del clima, lo que resulta sumamente frustrante para ambos.
Cuando invitas a alguien a ser tu mentor te estás comprometiendo a tomar las riendas de tu desarrollo y eso incluye diseñar estratégicamente cada encuentro de manera que ambos tengan la sensación de que están avanzando y que son importantes para el otro.
Este punto es fundamental ya que en el pasado se pensaba el mentoring como una relación desigual en la que el mentor daba consejos, contactos y experiencia; el mentee por su parte, simplemente recibía la información como en las primarias de los 90´s. Esto cambió y con ello, el nombre que llevan ambas partes de esta relación. Ya no son mentor y mentee, sino mentoring partners o compañeros de mentoring. Ambos deben activamente aportar tiempo, conocimientos, consejos, contactos, distintas perspectivas y buena voluntad en esta relación para que sea exitosa.
En 2016, First Round realizó un estudio en el que analizó 100 relaciones de mentoring. En sus findings destaca la importancia de la preparación para que cada sesión sea productiva y detone acciones específicas e idealmente medibles.
Recomiendan:
– Fijar la periodicidad de los encuentros en un esquema flexible que permita que ambos acomoden sus agendas. Por ejemplo. “Nos vemos cada dos semanas”. Ya será cerca de la fecha que entre ambos decidan el día y la hora. De esa manera las sesiones de mentoring no se sentirán como una carga.
– Preparar los temas que se abordarán en cada sesión y compartirla con el mentor antes de la reunión para que ambos puedan prepararse y ser más eficientes en su encuentro.
– Elegir al mentor con base en intereses compartidos y experiencia similar.
– Permitir que el primer encuentro sea simplemente para conocerse y no brincar de inmediato a temas de trabajo. Esto permitirá que auténticamente se establezca una relación en la que ambos se interesen por el otro.
– Medir la efectividad de los encuentros evaluando los conocimientos aprendidos y cómo se aplicaron en el día a día.
Para que una relación de este tipo funcione es fundamental que exista confianza. No solo para hacer preguntas que nos incomodan, sino para escuchar respuestas que pueden resultar dolorosas o demasiado confrontativas. El espacio de mentoring debe ser uno en el que ambas partes puedan abrir secretos que tal vez no compartirán con otros respecto a sus fracasos y sus miedos.
En este sentido, recientemente The New York Times publicó una nota en la que Maya Salam reflexionaba respecto a los efectos negativos de #metoo para el mentoring de mujeres. La nota destaca la importancia de que los hombres (que actualmente son la mayoría de los CEOs o altos directivos de las empresas) quieran ser mentores de mujeres sin temor a que esa relación se malinterprete como acoso. Resulta interesante cómo esta comunidad responde con ciertos mecanismos e indicadores para que, por un lado, las mujeres que buscan un mentor estén preparadas para responder ante cualquier tipo de abuso, y que al mismo tiempo, se pueda generar una relación de confianza en la que ambos puedan sentirse libres de compartir situaciones íntimas. Como dice la nota “evitar el contacto entre mujeres y altos ejecutivos retrasaría décadas el desarrollo de las mujeres”
Encontrar personas que reúnan estas características no es fácil, mucho menos si las buscas por la cantidad de fans que tienen en twitter o su posición en una empresa. No obstante, seguramente hay personas a tu alrededor con quienes de forma auténtica has construido este tipo de relaciones en las que ambos crecen. Si es así, y encuentras que en esa relación hay humildad, paciencia, generosidad y genuino interés de ayudarse mutuamente, ¡felicidades! Tienes frente a ti al mejor mentoring partner.
Esta entrada fue publicada originalmente en el blog de Dalia Empower
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