¿Vives en automático?, ¿es la inercia la que maneja tu vida? Tener una rutina, por supuesto, es parte de la vida; da certeza y disciplina, pero cuando esa rutina no te lleva a nada, es angustiante.
El sentido de vida es lo que da dirección a tus decisiones, constituye tu filosofía personal y es a través del cual descubres tus más grandes pasiones. Después de reconocerlo, no te preocuparás jamás por tu felicidad, porque estará ahí, en todo lo que hagas.
El sentido o misión de vida se identifica haciéndote algunas preguntas:
¿Cuáles son mis más grandes talentos?
¿Qué puedo estar haciendo durante horas sin fastidiarme?
¿Qué temas me generan tal emoción, que me vuelvo más creativo?
¿Qué destrezas tengo que pudieran ayudar a otros?
¿De qué me gustaría sentirme muy orgulloso al llegar a mi vejez?
¿Qué actividades me apasionan de tal manera, que me gustaría dedicarme a eso el resto de mi vida?
Tal vez te conozcas tan poco, que te cuesta trabajo responder a estos cuestionamientos, o tal vez, te has dado oportunidades muy limitadas de explorar diversos caminos, de tal manera que no sabes las respuestas. Hay que invertir todo el tiempo que sea necesario en descubrir tu misión, porque de otra forma aseguras una vida llena de frustraciones y desencantos.
Hay personas que desde temprana edad lo saben. Recuerdan el gusto que sentían al jugar a ser doctores o fingir que subían a un escenario a representar una obra, o que gozaban imaginando que ya eran padres, o que tenían una tienda y vendían todo lo imaginable; sin embargo, algunos abandonan esos sueños en cuanto entran a la adolescencia y los guardan en un cajón que queda cerrado herméticamente. Otros, no recuerdan esos sueños de la niñez, estudian una carrera que les parece conveniente y la vida da un giro cuando se encuentran, por ejemplo, ante la posibilidad de dar clases y ahí, frente a un grupo, descubren su vocación docente que abrazan con amor; o por estar sin trabajo, deciden entrar como vendedores a una empresa que se convierte en el vehículo que revela su enorme talento para las relaciones públicas, para entrar en contacto con la gente y para cerrar ventas.
Un tercer grupo se escuda al decir que en casa había muchas necesidades y por eso no se dedicaron a lo que querían o que sus padres fueron inflexibles y les impusieron una carrera que no deseaban. Eso puede ser cierto, pero, ¿por qué pensar que ahí acabó todo? La vida es como un partido de futbol, hay que tratar de meter el gol hasta el último minuto. No se pudo a los 15 o a los 20 años; pero podría ser a los 30, 40, 50, 60 o más. No se trata de existir, sino de vivir.
No importa tu edad, tu ocupación actual o incluso, tus responsabilidades familiares. Siempre hay manera de abrir un espacio para indagar en aquello que puede cambiar tu vida. Inténtalo primero como un pasatiempo que te relaja y dibuja una sonrisa en tu rostro y paulatinamente encontrarás la forma de dedicarte a ello de tiempo completo. Te aseguro que la sensación que experimentarás es tal, que nunca querrás alejarte de lo que le da sentido a tu vida. Tu recompensa: la felicidad.
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