Mientras estemos conscientes y no nos enganchemos en el tren de las malas noticias, vamos a ir bien
Estos tiempos son muy buenos, aunque no lo parezcan porque ya no tenemos opciones de vernos como víctimas, o de sentir que Dios se ha olvidado de nosotros y no nos escucha. Son tiempos de grandes e importantes cambios, y mientras nos mantengamos conscientes y no nos enganchemos en el tren de las malas noticias, vamos a ir bien.
En mi trabajo de Zero Frecuency®, la Frecuencia Cero, hablamos de cómo situarnos en la corriente de la vida que conduce al lugar perfecto, en el momento correcto con la gente adecuada. Ahora bien, ¿qué hacemos frente a lo que está ocurriendo? Pues nos preocupamos, pensamos, nos conectamos con nuestros miedos. Todo esto no nos pone en esa Frecuencia Cero, absolutamente lo contrario: nos saca del camino de la vida, de la sincronía, de aquello que en realidad somos.
Nosotros no somos esos miedos ni esas preocupaciones. Estamos mal educados; el pensar y el preocuparse son nuestras adicciones. Las “malas” noticias vienen para darnos la oportunidad de soltar y de liberarnos, para así atraer lo que es correcto en nuestra vida.
Hemos estado tan dormidos que ahora no existe otra posibilidad que despertarnos. No tenemos otra salida. Por eso, cuando tratamos de ir contra la corriente se nos hace tan duro y difícil.
Un desempleado puede decir: “Perfecto, Mabel, entonces concretamente qué hago”. Bien, en primer lugar, saber que no puedes solo, y entonces tienes que soltar y pedir ayuda a Dios, al Universo, como cada uno lo comprenda, lo crea. Pedir a esa mente superior a nosotros, que nunca nos abandonará y menos ahora si pedimos ayuda.
Además, comprender que la ayuda no viene cuando estamos pensando o preocupados. Debes estar lo suficientemente consciente para no engancharte y darle permiso a Dios para que te ayude
La forma de pedir debe ser la que a uno le funcione. Cuando vamos a la iglesia, en verdad no tendríamos que ir a pedir, sino a dar gracias. ¡Hay miles de cosas por las que sentirnos agradecidos…! pero nunca las valoramos porque siempre focalizamos aquello que nos parece que falta.
Si me echaron del trabajo, digo gracias, no me preocupo. Tengo que saber en mi corazón que no estoy solo, que todo lo que necesito vendrá (no sé de dónde, pero va a venir) cuando lo requiera. Y atención: un mes antes no. Tendré el dinero del alquiler cuando deba pagarlo, un mes antes no porque las cosas no funcionan así.
Debo confiar en mi corazón que esto pasará. No le haré caso a mi intelecto, a mi memoria… Pensamos que todo lo que ha pasado se repetirá; no es verdad. Se repite si no cambio mis patrones mentales, dándome cuenta de que hay una parte mía que siempre me está cuidando, que ya sabe cuáles son todas mis responsabilidades, que me quedé sin trabajo, y que ahora le debo dar permiso para que me muestre qué es lo próximo.
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