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Siento que estamos viviendo un momento sagrado. Aquello que es conicido se vuelve cotidiano y pierde su sacralidad y su misterio. Nos sumerje en una fantasiá de lo seguro, pero nos resta esa chispa de vitaidad que es esencial para la vida y para cualquier acto creativo, incluso para el AMOR.
Vivimos un momento en que lo cotidiano desaparece para perimitir la entrada a un espacio de incertidumbre, a un momento de profundo temor e incomodidad. Atrevernos a contener esa incomodidad en el alma conteniendo el temor que nos provoca y encontrar ese espacio de calma desde donde observar este movimiento de la vida tan ajeno a nuestra experiencia, es la puerta de regreso a un sentido de misterio y de sacralidad y de reconexión con el sentido de la vida. El espíritu nos permite experimentar de su vitalidad y de su capacidad creativa si en lugar de huir, nos quedamos y observamos con curiosidad y atención como las certezas parecen derrumbarse. Si no huimos, si nos quedamos, si contenemos todas esas emociones y las respiramos desde la certeza de que en principio somos la vida misma, entonces la magia de la existencia se despliega y podemos escuchar lo que el momento reclama.
Cada quien escuchará algo distinto, yo escucho que la comodidad, el exceso de positividad y de perfeccionismo y esta excesiva necesidad de bienestar nos mata, nos encierra y más que eso, nos aleja de la maravillosa aventura de lo desconocido que se refleja en el otro y que solo se enjendra en la relación real, esa donde las miradas se cruzan, donde lo diferente es aventura y no algo sujeto de juicio y de distancia. Pareciera que el mundo coopera con nosotros a su manera y nos lleva al extremo de un asilamiento asesino para ver si despertamos. ¿Despertaremos?
Hoy vemos que la comodidad y la seguridad son fantasías que nos alejan del verdadero poder del alma que surge de la conexión y la creatividad. En estos días o meses tendremos que comprender y expermientar la emoción de SER VISTOS por alguien que nos arrima un plato de comida o parte de su ingreso para ayudarnos a subsistir. O la emoción de salir de nosotros mismos y de este narcisistmo que es un virus aún peor para mirar al otro, a los otros y para reconocernos en su grandeza o en su desesperación.
O tal vez solo sea un momento para que algunos tomen provecho y volvamos a lo mismo. A este pulcro y encerrado estilo de vida donde solo nos miramos a nosotros mismos.
¿Que es difícil quedarse en casa con la pareja y los niños? ¡Bendita dificultad! Pues esa pareja y esos niños nos estan pidiendo a gritos que contengamos nuestra desesperación para dar paso a un amor que trasciende la comodidad. Porque amar es eso, quedarse allí leales, abrazando la diferencia, lo que cuesta trabajo, lo que no se comprende. Y en ese quedarse reside lo mas bello de nuestra humanidad.