¿TE MIENTES CON FRECUENCIA?

En cierta ocasión, estaban dos amigas conversando y una le platicaba con mucho enojo a la otra, que sospechaba que su marido la engañaba y que estaba dispuesta a averiguar la verdad. Me llamó la atención que la otra mujer respondió: ¿estás preparada para enfrentar las consecuencias de tu investigación?, es decir, toda vez que corrobores la traición, ¿lo dejarás?

Esto me llevó a pensar que no siempre estamos listos para actuar cuando la verdad está frente a nosotros. Ello nos conduce al autoengaño. ¿Qué harías en el lugar de la esposa traicionada? Probablemente, si eres una mujer independiente, económica y emocionalmente hablando, respondas que terminarías con esa relación enseguida; pero tal vez, aún siendo así, no quieres dar por concluida tu relación. Si confrontas a tu pareja y él lo niega, te deja con la espina clavada preguntándote qué sigue; ¿lo espiarás hasta que lo descubras en flagrante? ¿Esperarías que te pida perdón para que no se altere tu status quo? ¿y si lo acepta con descaro?, ¿qué te queda por hacer?

En muchas ocasiones no estamos preparados para afrontar la verdad, para actuar de forma contundente ante una realidad que nos sorprende, nos lastima o incomoda; es entonces cuando empezamos a mentirnos. Fabricamos una historia que justifique el autoengaño y la repetimos tantas veces como sea necesario, hasta acabar creyéndola; de esa manera nos protegemos.

Otro ejemplo, es el cambio de empleo. No estás a gusto con tu situación laboral y sabes que tarde o temprano deberás salir de ahí; pero tienes compromisos económicos, no te sientes con la experiencia o capacitación requerida para dar el salto, y para no complicarte más la existencia, te cuentas una historia con la que te mientes a diario, pero que justifica no moverte: “este trabajo no es tan malo”, “mi jefe es insoportable, pero no lo veo todos los días”, “están corriendo a mucha gente, es mejor que aguante”…y así, podrán irse lo años sin tomar una decisión.

¿Por qué te mientes si odias que otros lo hagan? Esto obedece, tal vez, a que no te amas lo suficiente como para confiar en tus talentos y capacidades; no quieres explorar en tu interior por temor a lo que encontrarás; evitas verte en un espejo y descubrir que te has descuidado, pero no necesariamente en apariencia, sino en tu proceso de crecimiento personal. ¿Te conoces lo suficiente? Entonces sabrás lo que debes de trabajar en ti para contar con armas que te permitan hablarte con la verdad sin temor a las consecuencias. Si hay que emprender cambios, se hacen aunque duelan, porque, a la larga, siempre habrá un gran aprendizaje por atesorar.

¿No quieres que te mientan? No te mientas aunque la realidad no sea color de rosa. Enfrenta con valor los desafíos y serás cada día mucho, mucho más grande que hoy.

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