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Por Angelina Sánchez-Vilchis

En esta constante búsqueda de tratar de asomarme un poco más y más para ver cómo somos las personas en realidad de pronto llegan a mis manos enseñanzas de otros sin que yo me lo proponga y bueno en el marco de la entrada de la Navidad les comparto esto, creo que es un buen momento para entrar en reflexión y ver cómo somos y cómo reaccionamos cuando nos toca “dar” en la vida.

A continuación les daré tres puntos de vista de formas de ser, a veces somos de todo un poco pero podemos llegar a ser mejores cada vez y mejor dicho debemos convertirnos lo más pronto posible en “fuente”. Verán por qué.

Hay quienes ya son así y nos lo muestran cada día, de esas personas debemos aprender por eso me pregunté ¿Qué clase de ser humano somos?

 Una pregunta en definitiva muy fuerte pero después de leer a Alberto Magno (santo muy antiguo), quedé prendada de esto y me pareció interesante compartirlo, para Magno, existen tres plenitudes:

- La del vaso, que retiene y no da nada.

- La del canal, que da y no retiene.

- La de la fuente, que crea, retiene y da.

Por lo que me puse a pensar y a buscar entre mis conocidos que hay seres humanos que entran dentro de alguna de estas tres:

Los hay del “vaso”: cuya única ocupación es almacenar virtudes, ciencia y sabiduría, objetos y dinero. Son aquellos que creen saber todo lo que hay que saber; tener todo lo que hay que tener, y consideran su tarea terminada cuando han concluido su almacenamiento.

No pueden compartir su alegría, ni poner al servicio de los demás sus talentos, ni siquiera repartir sabiduría. Son extraordinariamente estériles; servidores de su egoísmo; carceleros de su propio potencial humano.

También existen las personas “canal”: son aquellas que se pasan la vida haciendo y haciendo cosas. Su lema es: "producir, producir y producir".

No están felices si no realizan muchísimas actividades y todas deprisa, sin perder un minuto. Creen estar al servicio de los demás, fruto de su neurosis productiva, cuando en realidad su accionar es el único modo que tienen de calmar sus carencias; dan, dan y dan –según ellos- pero no es así; no dan nada, no ofrecen tiempo, no se detienen a ver qué te pasa o a preguntarte cómo estás, no hablan más que de ellos, tú no les importas, entonces dan pero no retienen, pero eso no es “dar” ni “darse”. Por lo tanto, siguen “dando” y se sienten vacíos.

Pero también podemos encontrar seres humanos “fuente”: que son verdaderos manantiales de vida. Capaces de dar sin vaciarse, de regar sin decrecer, de ofrecer su agua sin quedarse secos. Son aquellos que nos salpican "gotitas" de amor, confianza y optimismo, iluminando con su reflejo nuestra propia vida. 

Son aquellos seres humanos como mi tía de Veracruz, esa señora amable que nos recibía con los brazos abiertos cada verano en su casa, sin importar que fuéramos un batallón de niños y adultos siempre dispuesta a atendernos, para ella no era un trabajo recibirnos en su casa era una alegría disfrutarnos cada año.

No todos podemos ser como esas personas que brindan su cariño y sus bienes, pero creo que todos podemos hacer un esfuerzo por hacerlo, algunos no fueron educados así por lo que les costará más trabajo, otros pensarán que siendo egoístas y funcionando como han funcionado así en su vida, creerán que es lo correcto y seguirán haciendo lo mismo, pero otros más reflexionarán para volverse fuentes.

Yo estoy trabajando para ser una más de este último grupo de seres humanos. ¿Y tú, qué clase de ser humano eres?