Estar de luto, vivir la pérdida y el proceso de duelo es uno de los acontecimientos más dolorosos que pueden existir.
No hablo solo de la pérdida de un ser que amamos solamente. Las pérdidas están asociadas a todo aquello que significa algo importante para nosotros: la mascota, el trabajo, la salud. También existen procesos de pérdida frente a diversas etapas de la vida: la juventud, pasar de la soltería al matrimonio o bien, sujetarse a un proceso de divorcio.
Las pérdidas nos llevan a experimentar diversas condiciones que son parte del mismo proceso. Es una herida que no deja de llorar, de sangrar y de mantenernos en estados de angustia, desesperación, tristeza, llanto, depresión y un gran dolor. Lo más importante, es tener paciencia porque es inevitable. Claro que el proceso de duelo depende y su intensidad depende de lo significativo de la pérdida.
El transitar estas etapas de duelo es inevitable. Elizabet Kubler Roos, fue la primera persona en identificar estas etapas. Dichos periodos son el camino a transitar para la recuperación, es importante aclarar que dichas fases no se dan de manera separada, sino que mezclan y por momentos, se pasa de una a otra sin razón aparente.
Es natural, los sentimientos se encuentran, los recuerdos se agolpan y la desintegración de una parte de nuestra vida se ha venido abajo. No sólo perdemos la persona o las circunstancias, también hemos perdido la opción de demostrar nuestro amor, nuestra atención, nuestro aprecio, a quién le vamos a dar todo lo que le dábamos a esa persona tan especial. A quién le vamos a contar, que puntos del proyecto se vino abajo. Y el otro ya no está tampoco para mitigar nuestro dolor y nuestras alegrías.
En fin es un desequilibrio emocional y espiritual. Nos dolemos, por eso se llama proceso de duelo, por tal motivo, nos sentimos tan acongojados, nuestras ilusiones, se han ido para siempre.
Las etapas de duelo a las que me refiero son las siguientes:
La Negación:
Estamos sorprendidos, no atinamos a percatarnos de la pérdida que estamos viviendo. Negamos la situación. Negamos los sentimientos. Negamos nuestro dolor.
La Ira:
Una vez que se toma contacto con la realidad diversas emociones empiezan a tener lugar, el enojo, la rabia, la ira por la pérdida que empezamos a vivir. Nos enojamos. Surgen preguntas: ¿Por qué Yo?, ¿Por qué a mí? Estamos que no nos calienta ni el sol. Nada logra sosegarnos, también se experimenta ansiedad.
La Negociación o Regateo:
Tratar de dar algo a cambio para que las condiciones anteriores se vuelvan a equilibrar. Por ejemplo sí es la pérdida de la salud, te prometo que haré esto y lo otro, pero quiero volver a estar sano.
La depresión:
Nos sentimos tristes muy muy acongojados y realmente muy tristes. Y pasamos del llanto al enojo y a la depresión.
La aceptación:
Poco a poco las lágrimas van cediendo, el dolor se va agotando y las heridas se van cerrando y finalmente la reintegración de las emociones, la pena no se vuelve ya tan dolorosa. Ya no somos los mismos, es verdad, pero ahora nos reintegramos de nuevo en la vida con más alegría.
Es importante comprender que la recuperación se logra con la capacidad de expresar nuestras emociones, sí te sientes enojado exprésalo, sí tienes ganas de llorar veinte días seguidos hazlo. No reprimas ningún sentimiento de congoja y pena. Es natural, pasar por estas etapas.
Aprender a vivir de nuevo es el reto qué desea usted para su vida, sí no puede superar sus duelos y pérdidas consulte a un especialista. Vale la pena intentarlo y recobrar la alegría de vivir.
Cómo Enfrentar los duelos y las pérdidas un camino hacia la libertad emocional.
Si no puedes acude a una terapia, este proceso te ayudará a sanar.
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