Una cosa es creer o tener la certeza de que el mundo espiritual existe y formar parte de él, y otra muy distinta es creer que sólo quienes son religiosos son espirituales.
A lo largo de la historia, ha habido religiones que han intentado hacer suyo el mundo espiritual, pero la realidad es que la espiritualidad trasciende a todas las religiones, del mismo que trasciende a todas las personas.
Las religiones hacen uso de los mensajes que Dios nos ha transmitido por diversos caminos, y le dan forma. El problema está en que, con el paso del tiempo, han dado más importancia a la forma que al fondo, derivando en que resulta más importante cumplir con los protocolos (la forma) que llegar hasta el fondo de lo que se busca con el mensaje original de Dios.
El mensaje que hay detrás de todas las religiones es similar y busca siempre empoderar a las personas, llevándonos a elevar nuestro nivel de conciencia, o lo que es lo mismo, nuestra vibración.
El problema está en la forma que cada religión ha utilizado para transmitir dicho mensaje y para mantener “fidelizados” a sus fieles. Los procedimientos utilizados a la hora de plasmar y transmitir el mensaje, frecuentemente conducen a bajar la vibración de las personas y a quitarles su poder, lo que va en contra del mensaje original.
Si a esto le añadimos que algunas religiones han buscado imponer sus creencias, incluso por la fuerza, nos encontramos que el objetivo real perseguido es la "dominación", y no la transformación de sus fieles. De ahí que, en ocasiones, a través de los diversos protocolos (oraciones, mantras, confesión,...) se busca convertir a las personas en pecadores y culpables, ya que de ese modo deberán hacer lo que se les indique para alcanzar la salvación.
Un ejemplo obvio es la oración católica “Yo confieso”:
“Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…”,
donde además se nos indica que golpeemos la glándula del timo mientras repetimos que somos culpables, lo que nos lleva a interiorizar creencias de culpa con tremenda rapidez.
La pureza interior y el potencial del ser humano nos permite conectar con elevados niveles vibracionales por nosotros mismos, sin depender de nada ni de nadie. Cuando hacemos esto es cuando realmente asumimos el poder creador que Jesucristo nos dijo que tenemos, y es entonces cuando nos ponemos en disposición de hacer cosas similares, o incluso más sorprendentes de las que él hizo, tal como nos anticipó que sucedería.
Los ángeles existen, al igual que los arcángeles, los guias espirituales y muchos otros seres. Algunos están ayudándonos en nuestro transitar por esta encarnación y, de hecho incluso se les puede llamar para solicitar su ayuda, tal como sucede en muchas religiones. Por supuesto, no es nada malo hacerlo. La cuestión es que si buscamos su ayuda constantemente estamos renunciando a nuestro propio poder creador.
Pedir a los ángeles, arcángeles, guías espirituales o incluso a Dios que solucionen constantemente nuestros problemas es una renuncia expresa a utilizar nuestras propias capacidades para manifestar la vida que deseamos. Y además nos lleva a interiorizar creencias limitantes respecto a nosotros mismos, a nuestras capacidades y al mundo que nos rodea, por lo que renunciamos a través de ellas a utilizar nuestro poder personal.
En cualquier caso, no debemos perder de vista dos cosas importantes:
- El mensaje que hay detrás de todas las religiones es positivo y nos lleva a elevar nuestro nivel de conciencia (nuestro nivel vibracional).
- Incluso con procesos que restan el poder y que, por supuesto, no suponen una transformación interior, a muchas personas el utilizarlos les ayuda a tener un mejor transitar por esta vida.
Venimos con libre albedrío para decidir individualmente nuestra forma afrontar la vida, y del mismo modo que cada persona puede decidir ser feliz y disfrutar plenamente, o mantenerse permanentemente en un estado de miedo, inseguridad o infelicidad, cada uno es libre de elegir sus creencias, ya sean religiosas, espirituales o de cualquier otro tipo.
Vivir desde la aceptación y el respeto por las creencias de los demás nos mantiene en un nivel de conciencia elevado.
Ricardo Eiriz
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.
Creador del Método INTEGRA®
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