http://marielhawley.com/2015/05/18/sobreviviendo-el-naufragio/
Así me siento, sobreviviendo a un naufragio....
Finalmente, después de la ola que nos revolcó tan fuerte, llegó el naufragio. Como cualquier naufragio, éste trajo consigo golpes, angustia, temor y mucho dolor. Pero no dejo de pensar en que el capitán de este barco, de esta familia, es decir Eduardo, se comportó como tal, como capitán que lucha hasta el último momento y da todo, para que los demás tripulantes pudiéramos sobrevivir... Hoy a pocos días del naufragio, mis hijos y yo estamos sobreviviendo pero cada día, recuperamos un poco de lo que habíamos perdido durante los últimos meses de dolor y sufrimiento.
La vida de Eduardo, nos dejó una huella muy profunda, y como lo dije antes, "Honor a quien honor merece... a ti, Eduardo Rodriguez Rivero por tus ganas de vivir cada día, ensanchando tus horas y minutos, para hacerle frente a una enfermedad tremenda que nunca te venció y tampoco de debilitó, sino que tu, con voluntad inquebrantable, le hiciste frente y seguiste adelante....Ensanchaste tu vida para dar un paso más, para sonreír, para disfrutar cada momento, cada palabra de aliento de las miles que te decían tus amigos y seres queridos pero también para extender tu mano y dar, para agradecer y seguir amando a tus hijos, a tu familia, amigos y a mi." La huella que nos deja es una huella de fe, de compromiso, de generosidad, de compromiso y de mucho amor y eso, nos permite seguir adelante, poco a poco pero seguir nadando para llegar a la orilla y salir caminando, dejando atrás el naufragio como tal, y solamente nadar hacía la orilla.
El dolor no se va fácilmente, no es algo que podamos quitarnos y decir no existe, pero sí podemos decidir no sufrir. Podemos decidir que no vamos a permitir que ese dolor afecte todas las áreas de nuestra vida de tal forma que, aún y con dolor podemos seguir adelante.... sin estancarnos y sin permitir que el dolor se convierta en un sufrimiento que nos impida respirar y llenarnos cada día de mucha vida.
Así lo estamos haciendo y cada día, Andrea, Lalo y yo respiramos vida nueva de esta forma:" Inhalo tengo fe, exhalo estoy en paz". También, el agua se ha convertido en un aliado increíble, textualmente estamos nadando para sobrevivir el naufragio... cada brazada que damos se convierte en una brazada de mucha vida que nos impulsa a llegar a la orilla donde sabemos que la vida sigue y además, para los que confiamos en Dios, con su promesa de que hay mucha vida por delante...
Comentarios
Mariel, acabo de leer tu precioso artículo, y de enterarme... Eres verdaderamente admirable: inspiras y enseñas. Esa huella de la que hablas que les dejó Lalo, es la misma que ustedes dejaron acompañando a Pedro... Desde ahí los admiré, y les tomé mucho cariño. Te abrazo a tí y a tus hijos con TODO mi cariño.
Eres TODO un ejemplo de fortaleza. Realmente te admiro y acompaño. Un beso grande!