Una chica de 13 es posmoderna-romántica sin saberlo, cuando dice. “Este es mi cuerpo, esta es mi vida, hago lo que quiero”. Usa el lenguaje de Voltaire de Chateaubriand, de Nietzsche. El cambio ocurrió en los años sesenta del siglo pasado, con el derrumbamiento de la sociedad autoritaria y la aparición de la masa consumista. El principio de autoridad ha saltado por los aires. Hasta el Siglo XVIII, un individuo tenía una esfera de libertad muy restringida, estaba al servicio del rey o del gremio de artesanos al que pertenecía. Sus creencias y costumbres estaban marcadas por la tradición, todo en una sociedad jerárquica con una minoría poderosa que se proponía a sí misma como modelo. Esta mezcla rompía toda individualidad. Ahora vivimos la ausencia de todo lo anterior aunado a un lenguaje de liberación subjetiva. Los jóvenes viven en una sociedad pero no están socializados, tampoco saben cuánto costó esa liberación, porque sus padres fueron los que pagaron el precio.Siempre existirán autoridades coactivas-nuestro padre el Ministro de Hacienda, pero las que pretendan ser legítimas tendrán que ser ejemplares. Ser padre era un hecho biológico del que se derivaban una serie de poderes sobre la esposa y los hijos, hoy es un hecho moral que se debe ganar con una conducta ejemplar. El problema de la política es que sobran leyes pero faltan conductas ejemplares. Es un círculo vicioso, porque la conducta de los políticos desmoraliza a la sociedad y estos reaccionan con más leyes.La nota periodística es de Javier Rodríguez Marcos acerca del pensamiento del filósofo Javier Gomá autor del ensayo “Ejemplaridad pública”. Yo la comparto con las amigas de retos femeninos y agrego un comentario: Con sus celulares y la tecnología tirana, me pregunto si los jóvenes son tan libres como piensan seerlo.Patricia Rodríguez
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