Por Angelina Sánchez-Vilchis
Una amiga me compartió esta propuesta cuando le mencioné que una persona muy cercana a mí se la pasaba quejándose de su vida… y, hoy, quiero compartir esto con todos ustedes.
Se trata de una propuesta que, de lograrlo, podría mejorar la vida de la gente a través de una mejor calidad de su tiempo y actitud ante la cotidianeidad; habría mejor salud, menos enfermedades, mejor ánimo, menos dolores, más autoestima y relaciones más satisfactorias.
En síntesis, seríamos personas felices, serenas, autosatisfechas.
No consiste en una dieta o dejar de fumar. Si alcanzamos el objetivo, asegura, nuestra vida cambiara. Seis millones de personas en el mundo ya lo han logrado, aunque suene a frase de comercial de TV.
Es un plan muy simple, creado por la organización "A complain free world" ("Un mundo libre de quejas"), fundada por el pastor Will Bowen, quién en el sermón matutino de un domingo, invitó a toda su congregación a iniciar este reto de tres semanas para ver resultados.
Les explicó que es muy simple: "No quejarse, no criticar y no contar chismes". Para probar su seriedad, repartió entre sus fieles una pulsera color morado para que, en el momento que se sorprendieran en la queja, en la crítica o en el chisme, se cambiaran la pulsera de muñeca, a fin de hacerlo consciente, e iniciaran otra vez el conteo.
Varias de las personas que participaban del reto, y que decían no quejarse demasiado, tomaron conciencia de que lo hacían un promedio de 20 veces al día, lo que el pastor calificó, lo mismo que la gente sensata de todo el mundo, como contaminación auditiva pura.
"Quejarnos se ha convertido en una epidemia. ¿Has notado cómo cuando nos quejamos, del tema que sea, lo único que logramos es sentirnos peor? No sirve para solucionar nada. ", dice Bowe
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