El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde.
...Gabriela Mistral
Poetisa, diplomática y profesora chilena
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Cada vez se evidencia más que la sociedad maltrata a sus niños y niñas y las consecuencias de estas agresiones, en particular del abuso sexual. La sociedad generalmente resta importancia al abuso sexual infantil, se piensa que las experiencias que comentan los niños y las niñas son fantasías y por ello, las niegan, minimizan o distorsionan. El abuso sexual no es un problema de ciertos sectores, ocurre en todos los grupos sociales.
El abuso sexual es cualquier agresión y acto sexual realizado con menores, en el que exista una posición de poder o autoridad sobre el niño o la niña; y puede incluir o no los contactos sexuales, el abuso está determinado por la coerción que utiliza el agresor para interactuar con el menor y por la experiencia que vive los niños en su cuerpo y en sus sentimientos. Muchos de los abusos no son dolorosos físicamente pero dejan huellas emocionales muy graves, el daño del abuso sexual esta en relación a la ocultación y al silencio que rodea el abuso. Las estadísticas para el mundo presentan que por cada 3 niñas, una ha sido abusada sexualmente y por cada 7 niños uno ha sido abusado.
Los agresores generalmente son conocidos de la familia y de los niños, ganan la confianza y eso permite que los pequeños no hablen. El abuso sexual protagonizado por un adulto cercano al niño puede tener un fuerte componente de seducción (aunque existen casos donde la violencia no se disfraza). El adulto seduce al niño. Le hace creer que es muy especial para él, que eso es algo bueno, que tiene que sentirse orgulloso de recibir este trato preferencial. Y el niño lo acepta. El adulto le hace un lavado de cerebro.
También tratan de mostrar y usar su poder sobre los niños y buscan a niñas y niños que se sienten malos o están devaluados por la familia; niñas y niños que necesiten protección y afecto; niñas y niños a las que se les ha calificado de mentirosos o problemáticos y en los que el adulto no creen; y niñas y niños que han sufrido abusos.
Las reacciones de los niños ante este agravio son varias y van desde restar importancia al acontecimiento, olvidar y negar; disculpar al adulto y asumir la culpa y sentir que ellos son los malos; hasta el aislamiento y los intentos de suicidio. Las consecuencias y el trauma del abuso en la vida de las niñas y los niños, duran mucho tiempo y algunas veces no son obvias, sin embargo manifestaciones como la desconfianza, el miedo, poca autoestima, falta de seguridad, dificultades emocionales, conducta negativa, depresiones y bajo rendimiento escolar pueden ser parte de las consecuencias de un abuso sexual.
Víctimas y sobrevivientes:
Fernando M.:
Fernando M. fue dos veces abusado sexualmente, pero nunca se atrevió a platicárselo a su familia. Hoy es un hombre de 39 años y un profesionista.
“Tenía cinco años. Mi mamá lavaba ropa ajena. Nos quedábamos en la casa de mi abuela. Ella tenía una chica que nos cuidaba. Un día nos dijo que nos subiéramos a la cama y el que se cayera se quitaba una prenda. Le dijo a mi hermanita que se fuera, ‘Tú vete a jugar por allá’, ordenó. Yo seguí jugando, me quité la chamarra, el pantalón, la camisa hasta que me quedé desnudo. Ella hizo lo mismo. Me dijo que no le dijera nada a mi mamá porque me iba a castigar. Empezó hacerme cosas y no dije nada por miedo”.
Pero esta no fue la única ocasión. “Mi mamá a veces nos llevaba a las casas donde iba a lavar. Un día, uno de los hijos de la señora de la casa se me acercó. Tenía 18 años. ‘¿Qué andas haciendo?’, me preguntó. Yo tenía seis años y medio y le contesté ‘Estoy jugando’. El me acusó de haber agarrado algo y me amenazó con acusarme. ‘No agarré nada’, le respondí a punto de llorar. Me llevó a la recámara. Se puso atrás de mí, me amenazó que su mamá iba a correr a mi mamá; me bajó los pantalones y me violó”, recuerda con tristeza.
A 33 años de distancia de estos hechos, Fernando M. confiesa que a nadie le había platicado, sólo a su pareja. Pero es tanta su indignación por que cada día aumenta la violencia hacia los niños, que espera ayudar de alguna forma contando su historia.
“Mi peor error fue nunca haberle dicho a mi mamá. Se me quedó un vacío. Aún a mis 39 años añoro esa parte de mi infancia que perdí”, dice Fernando.
María
María es una joven que, tras superar un patrón de abuso sexual en su niñez y adolescencia, formó un grupo de apoyo para solidarizarse y ayudar a mujeres que pasaron una experiencia similar a la de ella.
El grupo también presta asistencia a víctimas de violencia doméstica porque, en su adultez, también padeció el maltrato psicológico de su pareja.
“Yo soy víctima de abuso sexual desde que tenía cinco años y medio. Fue un patrón de casi seis años, hasta que tenía 12. Era un tío quien abusaba de mí”, relató. María habla con mucha disposición y serenidad de este tema que antes le costó muchas lágrimas y sufrimiento. “A los 12, yo empecé a defenderme y a decirle que iba a hablar, que no me tocara, y así él dejo de molestarme”, añadió.
María dice que a pesar de la alta incidencia de abuso sexual, son pocos los servicios que se ofrecen, donde la experiencia le ha enseñado que existen muchos casos de incesto. “Yo he conocido de mujeres de 70 años que me dicen que cuando eran pequeñas o su papá o su abuelo abusaban de ellas. Son personas que posiblemente han estado en depresión toda la vida porque nunca pudieron hablar de lo que le pasó, ni buscaron ayuda por miedo”, dijo esta sobreviviente.
Esta mujer de 31 años nunca denunció criminalmente a su tío, inicialmente por temor, y luego porque estaba en el proceso de superarlo y no quería ir a los tribunales. Ahora, que ha madurado, les recomienda a las víctimas que denuncien criminalmente al agresor.
“Siempre tenía mucho miedo por lo que dijera la familia y por no hacer sufrir a mis abuelos”, explicó la víctima, quien a los 23 años decidió informar a sus padres lo que le había ocurrido. “Además, estaba el sentimiento de culpa que el agresor inculcó en mi corazón”, agregó.
María se casó a los 17 años de edad, pero no encontró la felicidad que buscaba porque sintió en su relación que su compañero la disminuía como ser humano. En la relación nunca hubo violencia física pero sí hubo agresiones psicológicas y emocionales, señaló la sobreviviente.
Mi testimonio: Yo también fui víctima de abuso sexual en la infancia
Confieso que recordar esa etapa de mi vida, me resulta muy incómodo, pero estoy convencida que no hay otra forma de alertar a mujeres con hijas e hijos menores, para que se concienticen de los riesgos que corren si no se mantienen atentas a la más mínima señal.
Mi testimonio, como otros más, pueden servir de fuerza a otras mujeres para enfrentar, no importa el tiempo que haya pasado, el dolor que implica reconocer lo sucedido, o bien, detener de inmediato el abuso si es una situación que viven en el presente sus seres más queridos.
“Si me acusan, les va a ir muy mal a todos…¡y nadie les va a creer!” Fue hace más de 30 años…Tenía 8 años de edad y cursaba el 3er. año de primaria cuando comencé a padecer un calvario que, a mi corta edad, era incomprensible pero real. Escuché esa frase (entre otras similares) en boca del “profesor” a cargo del grupo 3º. “B”, quien, supuestamente, debía cumplir con la responsabilidad profesional, ética y moral de la educación de las casi 30 niñas y los 20 niños que acudíamos inocentemente a clases.
No obstante, ese sujeto solo utilizaba su papel de "profesor" de primaria para satisfacer sus fines perversos: era un abusador sexual infantil.
En aquel tiempo, era aún más difícil que en la actualidad abordar este tipo de problemas. Sin embargo, los abusos sexuales en niños son actos criminales que suceden desde siempre, cada vez con mayor frecuencia y cometidos, cínicamente, por gente cercana a las víctimas.
El tabú que representa este tema, refleja un obstáculo para informarnos y proteger a nuestras niñas y niños. No hablarlo, quizás tenga que ver con la nefasta idea de: "eso no le va a pasar a mi hijo o hija" "solo sucede en ciertos estratos sociales o en familias disfuncionales", "en mi familia nadie sería capaz de lastimar y, mucho menos, de abusar de mis hijos"... lamentablemente, la realidad indica lo contrario.
Desgraciadamente, yo fui una víctima infantil más, entre muchos casos que diariamente ocurren y que quedan en la impunidad. Tenía apenas 8 años cuando mi inocencia fue arrebatada abruptamente por un sujeto al que no alcanzo a recordar físicamente con detalle. La impresión que dejó en mi mente de forma permanente destaca la de un tipo robusto, muy alto, con voz gruesa y con fisonomía similar a la de un monstruo…esa es la imagen que dejó marcada en mi memoria, además de las huellas imborrables de su perversión..
¿Cómo y por qué sucedió?...no lo sé, simplemente pasó. Y no solo pasó conmigo, el abusador se dedicó un tiempo (el cual no alcanzo a recordar con excatitud) a abusar sexualmente de casi todas las alumnas a su cargo…y lo hacía ahí mismo, en el salón de clases. A esa edad, sentir la humillación de "toqueteos" y frases sin sentido, resulta confuso y vergonzoso para cualquier menor, lo que origina miedo, culpa y optar por el silencio.
Admito que no fue fácil comunicárselo a mis padres. A pesar de los fuertes lazos que nos unían, el inexplicable silencio que guardé por tantas semanas, provocaba en mi interior mayor miedo, vergüenza y culpa, lo que me impedía hablar sobre lo que estaba pasando. Reconozco que cuando decidí enfrentar mis miedos, acudí con mis padres para contarles lo que estaba padeciendo, y aunque encontré el apoyo que amorosamente me brindaron, tardé años en superar la culpa por haber sido víctima
de abuso sexual, pero también por haber callado.
Hoy sé que pude defenderme, que debí hablar a tiempo, que debía estar prevenida para enfrentar, de alguna manera, el abuso al que fui sometida, pero el "hubiera" NO existe.
Años después, cuando nació mi hija, una de mis prioridades fue hacerle entender que NADIE debía tocarla. Tenía que enseñarle a defender su integridad, conforme fuera avanzando en edad y comprensión. Inculcarle que merecía respeto, que no se dejara amedrentar por amenazas, palabras dulces o regalos…en otras palabras, debía enseñarle a decir NO, a no confiar demasiado en nadie y a alejarse de aquello que le hiciera sentir mal.
Intenté comunicarme con ella conforme a mi criterio, a mi instinto maternal, tomando en cuenta su capacidad de comprensión. Previamente me informé en libros y utilizando un lenguaje sencillo, de forma seria, clara, concisa y respondiendo a sus preguntas, le expliqué lo que era el abuso sexual infantil. Sin mayores detalles para no asustarla, también le conté lo que a mí me había sucedido.
Puede parecer un tema complicado de abordar con una niña de 5 años, pero mi único objetivo fue prevenirla para protegerla....necesité grandes dosis de valentía, pero sobre todo, del amor hacia ella.
Mujeres, tenemos que estar alertas, pues en dado caso de que llegase a ocurrir un acto de abuso sexual contra un menor, es altamente improbable que la víctima acuda a contarlo de inmediato. Seguramente en situaciones normales, nuestra hija o hijo mantenga una comunicación excelente con nosotros, puede existir una gran confianza y una fuerte unión familiar, pero tomemos en cuenta que un acto de abuso sexual difiere de todo lo que ellos conocen. Por lógica, hasta que se convierten en víctimas sus reacciones son inesperadas. Sin embargo, podemos prevenirlos...¿cómo?, hablando con ellos.
La prevención es una de las mejores herramientas para evitar el abuso sexual, sobre todo que los niños sepan que se cree en ellos; hay que enseñarles a reconocer sus propias habilidades para manejar situaciones donde ellos tienen que cuidarse y que sepan dónde y cómo conseguir ayuda. La recuperación de las víctimas de abuso sexual se inicia desde que el niño o la niña deciden hablar y romper el silencio. Como padres, tenemos que estar preparados. En estos casos el adulto debe permanecer tranquilo, apoyar al niño y brindarle la oportunidad de que exprese en sus propias palabras lo ocurrido.
PREVENIRLOS ES PROTEGERLOS: ABUSO SEXUAL INFANTIL es un breve manual que contiene una recopilación de información útil, documentada y específica, así como consejos y puntos esenciales descritos de forma clara y sencilla para facilitar su comprensión. No intenta ser un libro de texto, solo pretende acercarte la información para que estés alerta y actúes. Como víctima de abuso sexual infantil y como madre previsora, me hubiera gustado tener al alcance este tipo de material para poder entender mejor esta problemática y, tal vez. transmitirla con mayor seguridad y sabiduría a mi hija.
DESCÁRGALO Y DIFÚNDELO.
en:
NINGUNA NIÑA O NIÑO ESTÁ EXENTO DE SUFRIR ABUSO SEXUAL INFANTIL.
Recuerda que ante una cruel realidad...¡el "hubiera" no existe!
MUJER:
Es muy importante enseñar a los niños que su cuerpo sólo les pertenece a ellos, a los tres años los pequeños ya saben que tipo de contacto corporal les gusta y cuál no, y aprender a no guardar secretos; así como se les enseña sus datos personales, también los niños deben de saber que hacer en casos que se queden solos y las situaciones que pueden ocurrir.
El papel de los padres es fundamental en la protección de los niños; y necesitan brindarles seguridad en el espacio que viven y las mejores circunstancias para crecer.
El peligro para los niños puede estar en todas partes. Solo queda que los padres monitoreen bien las actividades de sus hijos y estar alerta a los comportamientos y manifestaciones de sus hijos. De igual forma, tal como lo exigen los familiares de las víctimas, mejorar el sistema judicial para resolver estos casos.
Los niños normalmente no fabulan ni fantasean con contenidos genitales explícitos. Cuando un niño demuestra un conocimiento sexual inapropiado para la edad en sus verbalizaciones, su juego o su conducta, debe averiguarse el origen y considerar la hipótesis de abuso sexual
Comentarios
Dios Mio que tema tan fuerte pero tan real!! Gracias Sara por compartinoslo. Bendiciones.
gracias por compartir. Dios los bendiga