Cuando me siento triste, me gusta escribir o leer. Es lo que más me acerca a mí misma. Es darme la oportunidad de ver en dónde me encuentro suspendida en ese momento.
Al escribir hago contacto con lo más cercano a mi alma. Las letras toman formas en los pensamientos y al final, lo más complejo, se logra mirar con un aire nuevo.
Hace tres años comencé a escribir la novela "La Mujer que Imagina". Después de hacer y rehacer el trabajo varias veces, me permití que mi voz más profunda saliera. Tal vez eran miles de mujeres de todas edades gritando dentro de mí. Retraté el pensamiento y el sentir de la mujer. Lo cual me encanta.
Ahora, doy gracias al universo porque mi petición se hizo real: terminé la novela y está siendo editada por ediciones b. Al fin mi sueño y mi persistencia se ven unidos. Ahora, sólo es dejar que la novela tome el rumbo que le corresponde. Al fin, estoy convencida, cada libro tiene un destino propio. Blanca Hefferan
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