¿SALTAR O NO SALTAR?

La siguiente es una narración de un evento muy repetitivo en mi infancia:Estamos en una alberca, con muchos niños divirtiéndose alrededor. Mi mamá insiste en que me anime y salte por el trampolín de la alberca. Ella me dice, y yo lo veo, que muchos niños lo hacen y se están divirtiendo de lo lindo.Lo siguiente es ese eterno momento en el que después de mucha insistencia, camino hacia las escaleras, subo por ellas, camino los 8 largos e interminables pasos para estar en la punta del trampolín. Hay algo allá abajo que me atrae, es algo indescriptible como una emoción que no entiendo, quizá es la adrenalina que me obliga a la acción. El color del agua me gusta, la voz de los que me rodean diciendo “¡Tu puedes, Anímate!” me motiva a saltar, pero de repente me inunda esa sensación tan conocida que me paraliza. Se llama MIEDO. Me convence. Siempre ha sido más fuerte que lo demás. Y me regreso sobre mis pasos, esos eternos 8 pasos; bajo la escalera y regreso a refugiarme en la toalla que ahora me sirve de escondite para ocultar la vergüenza y la poca fe que me tengo.Pero esa toalla no es un refugio. Si así lo fuera me sentiría bien. Me sentiría protegida y feliz. Pero es todo lo contrario. No me siento feliz. Me siento triste, decepcionada, totalmente fuera de lugar; porque allá en la alberca todos se están divirtiendo. Allá hay alegría, fiesta, convivencia; y aquí en mi refugio solo hay soledad y auto recriminación.¿Qué pasaría si hubiera saltado? Estaría ahí con todos, pasándomela bien y además lo más importante, preparando mi siguiente reto: El trampolín más alto.¿Sabes qué pasaría si hubiera saltado? Repasemos la escena:Ahí está la alberca. Todos se están divirtiendo. Los niños brincan y mi mamá me pide que salte por el trampolín. El miedo y las dudas se apoderan de mí. Tardo un rato para convencerme y por fin camino llena de miedo hacia esas escaleras, las subo una por una: más obligada por el miedo a mi madre que por convicción. Camino esos eternos 8 pasos y me pongo en la punta del trampolín. Volteo hacia abajo y observo lo felices que se ven todos allá. Me pregunto: ¿Habrá sido fácil para ellos la primera vez? ¿Habrán sentido lo mismo que siento yo en este momento? Me queda claro que les gustó, puesto que lo siguen haciendo y se ve que lo disfrutan…Pero ¿seré la única tonta que duda tanto?Cierro los ojos, me tapo la nariz y brincoooooooooo!!!!!!!!!!!!!! Aaaahhhh!!!!!! Es como una muerte chiquita. Nunca había sentido tanto terror como esos segundos en los que voy cayendo, pero una vez llegando al agua……SPLASH!!!!!!!!!!!!!¡¡¡¡¡QUE PADRE, QUE BIEN SE SIENTE, ES OTRO MUNDO. DE LO QUE ME ESTABA PERDIENDO POR NO ATREVERME!!!!!! DIOS, GRACIAS POR EL AGUA, GRACIAS POR LA DIVERSION, GRACIAS POR LOS RETOS, GRACIAS POR LOS MIEDOS, GRACIAS POR LA LIBERTAD…..Esa sensación de estar frente al trampolín lo he sentido en distintas ocasiones en mi vida. Por ejemplo, cuando me divorcié: ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Qué voy a hacer con mis hijos? ¿Cómo le voy a hacer yo sola frente a la vida?También sentí eso cuando conocí a mi nueva pareja. ¿Será buena idea? ¿Qué pensará la gente? ¿A mi edad y yo de novia?También sentí eso cuando por necesidad económica tuve que volver a contratarme en un empleo fijo ¿Cómo me organizo? ¿Será la decisión correcta?Te puedo enumerar una enorme lista de trampolines que la vida me ha presentado y en los cuales he decidido SALTAR. Y en todas siempre ha habido un ¡GRACIAS DIOS por la enseñanza! Situaciones que tú también has vivido y cuyas decisiones han sido en ocasiones buenas y otras malas pero todas, todas, todas te han dejado una enseñanza para conocer en que transformas los retos, en que transformas las crisis.Siempre es mejor aventurarse a aprender las cosas nuevas que la vida te ofrece, a irte a un refugio a lamentar tu falta de decisión, de valentía y sobre todo tu falta de FE. Tu toalla es la zona de confort tan conocida y tan cobarde que te impide crecer y sorprenderte de lo que la vida tiene para ti.¡SALTA!, NO TE PIERDAS LA EMOCION DE VIVIR ESA MUERTE CHIQUITA.En muchas ocasiones es necesario "morir a lo viejo" para RENACER A LO NUEVO QUE LA VIDA TE OFRECE.¿CUAL ES TU SIGUIENTE RETO? EL TRAMPOLIN MAS ALTO ESTA ESPERANDO POR TI.Te mando un fuerte abrazoMa. EstherP.D. Si te gustó, recomiéndalo a tus amigos Estamos en www.reinventandote.com
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Comentarios

  • hola Mary, soy por mucho la más miedosa del universo y sin embargo cuando tengo que saltar hacia un hecho desconocido saco valor de donde menos se lo imagina uno y ¡zaz! me aventuro. Confiezo que no siempre me han salido bién las cosas y que he llorado por la equivocación, no obstante cuando me tranquilizo y asimilo la experiencia me doy cuenta que no hay que arrepentirse de las decisiones que uno tome sino al contrario sacar el mayor provecho de las experiencias y así prepararnos para el siguiente reto.
  • Qué fácil es saltar de la mano de alguien que te aprecie y hacerlo poco a poco, aumentando el riesgo. Te ayudan tus padres, tus maestros, tus amigos, sobre todo cuando te comparten "la neta", la verdad de eso que te espera. Un matrimonio, un divorcio, la pérdida de un trabajo, etc,etc. Hay muchos libros que nos dan la mano y no sólo religiosos. Recomiendo "Más platón y menos Prozac" y "Preg+untale a Platón", es el desarrollo de vida filosófico, lo mismo toda la obra de Emma Godoy y Horacio Jaramillo Loya, los dos filósofos mexicanos. Saludos Mary
  • Tu articulo me hizo recordar el año pasado que una amiga y su hija vinieron a visitarme de Mexico y fuimos a las montañas y a la hija de 12 años de mi amiga se le ocurrio subirse en un ride a caballo, porque esta aprendiendo equitacion y pues que ni su mama ni mi esposo la quisieron acompañar y yo ... jajja muy aventada según yo le dije yo te acompaño!, pero al ver que iríamos en diferentes caballos y el guia solo iba a guiar desde otro caballo la cuerda de la nina y yo tendria que hacerlo sola... empezo mi miedo y luego que voy viendo el camino tan estrecho de la montaña donde pasaría el caballo, mi miedo aumentó y luego veo la cara de mi hijo aterrado... esa fue mi excusa!, pero en realidad no ... era mi miedo que no pude SALTAR...
    Pero lo mas desagradable de todo es que te quedas con esa sensacion de que hubiera pasado? porque no segui? ... la nina regreso fascinada y mi frustracion era enorme y lo sigue siendo cada vez que me acuerdo y pienso que esas situaciones se presentan mucho en nuestra vida como lo comentas en tu artículo a veces saltamos a veces no .. pero que tan importante es que dejemos esos miedos porque lo que viene despues es peor..... frustracion, tristeza, melancolia en fin tantas cosas y mas cuando pones a tus hijos como excusa
    como es el caso de tantas mujeres que quieren cambiar algo en su vida, como divorciarse, trabajar, estudiar, y ponen de pretexto a sus hijos... la verdad es que no lo hacen por miedo ... el miedo a SALTAR! ... en mi caso del caballo en particular creo que si me hubiera animado ... Mi hijo tambien hubiera perdido el miedo!
    Este año volvere al lugar para perder ese miedo...... GRACIAS POR TU MARAVILLOSO ARTICULO MARIA ESTHER!
  • Hola Maria Esther, pues si concido es muy bueno tu articulo y que grandiosa leccion nos dejas, felicidades! y si voy hacia el....me estoy acercando....seguramente antes de llegar a el tendre que saltar muchos otros...tengo miedo....lo reconozco....pero la emocion de descubrir lo que me espera al llegar al agua es mas grande que mi miedo....Gracias amiga!
  • ¡Hola Güeri! Está muy bueno tu artículo ¡Felicidades!
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