El embarazo adolescente es un fenómeno social de causas multifactoriales, en el que están asociados edades de grandes cambios físicos y emocionales, baja escolaridad, desinformación, abandono escolar, pobreza, madres ausentes y amigas con conductas de riesgo, afirmó Mónica Beatriz Aburto Arciniega, coordinadora del Programa para Prevención del Embarazo en Adolescentes, perteneciente a la División de Investigación de la Facultad de Medicina.
En México hay 11.3 millones de adolescentes de entre 15 y 19 años. De ellos. 5.5 millones son mujeres y 17.9 por ciento de ellas son sexualmente activas.
“La edad mediana de la primera relación sexual entre ellas es a los 17.5 años y el 59.4 de las adolescentes usó algún método anticonceptivo en su primera relación sexual”, abundó la especialista.
La tasa de fecundidad ha disminuido en los últimos años, al pasar de 74.3 en 2015 a 69.5 en 2019, comentó; sin embargo, aún sigue siendo muy alta, pues casi 40 por ciento de las jóvenes en edad adolescente todavía continúa sin utilizar algún método anticonceptivo.
Entre los factores asociados a este problema, la especialista destacó una menarca precoz, falta de plan de vida, impulsividad, tener múltiples parejas sexuales y la primera relación sexual a edad temprana, no usar condón en esa primera experiencia, consumo de drogas, desarrollo puberal temprano, historia de abuso sexual, poca atención de los padres y desinformación.
Respecto a las consecuencias del embarazo adolescente, Aburto Arciniega anotó la deserción escolar, un desequilibrio entre la madurez fisiológica-biológica y la psicológica para el manejo de la responsabilidad de ser madre y consecuencias médicas.
“La maternidad temprana ocasiona mayor probabilidad de abandono de los estudios, dejarlos inconclusos o aplazarlos y, eventualmente, facilita tener un mayor número de hijos, desempleo, fracaso en la relación de pareja, ingresos inferiores de por vida, y contribuye a perpetuar el ciclo de la pobreza”, consideró.
En cuanto al desequilibrio físico y emocional, la conducta de las jóvenes madres se asocia con sentimientos de rechazo, abandono y soledad, mientras que las actitudes y expectativas en cuanto al rol materno y la crianza las ponen en desventaja. “Muchas padecen depresión, mientras que el desarrollo propio de la adolescencia modifica la calidad y las expectativas de vida. La baja autoestima puede ser un factor de riesgo para el embarazo adolescente, pues se ha documentado en las jóvenes madres”.
Entre las consecuencias médicas, según la Organización Mundial de la Salud, las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años de edad.
Menores de 16 años tienen riesgo de defunción materna cuatro veces más alto y la tasa de mortalidad de sus neonatos es 50 por ciento superior.
La mayor morbilidad en la gestación adolescente ocasiona abortos, anemia, infecciones urinarias, hipertensión gestacional, preclampsia y eclampsia, partos prematuros, hemorragias, malnutrición materna y necesidad de cesáreas por la desproporción entre la cabeza del bebé y la pelvis de la madre.
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