Cuantas veces pensamos o decimos: seré feliz cuando cambie de trabajo, cuando consiga pareja, cuando compre mi propia casa. ¿Y que sucede cuando alcanzamos estas metas?
Paradójicamente nos damos cuenta de que la felicidad no ha llegado. Sentimos satisfacción por el logro, si, pero esta se desvanece con frustrante velocidad, y al cabo de un tiempo estamos ante la misma sensación.
De este modo van pasando los días y los años, y no alcanzamos a comprender que vivismo como ratones en la rueda. ¿Como? Corriendo mucho, pero sin llegar a ningún sitio. Porque nada más terminar ya nos hemos marcado la siguiente meta, sin parar un segundo a disfrutar aquello que tanto nos costó lograr.
Nunca estamos satisfechos, somos incapaces de renunciar a nada. Y ello nos hace infelices.
Afirmo León Tostoi: “Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo en exceso lo que no tengo”
Tal vez hemos estado equivocados todo este tiempo. Preguntémonos su la felicidad no reside tanto en lograr ciertas aspiraciones sino en sentir satisfacción por lo que ya hemos logrado.
Vivimos en una sociedad en la que predominas valores como la ambición, la generación de necesidades y un constante inconformismo.
Nos presionamos por lo que nos falta, muchas veces sin valorar lo que hemos logrado. Nunca estamos satisfechos, siempre queremos más, de lo que sea, porque más es siempre mejor: un coche más elegante, una vas más grande, un celular más inteligente, una escuela más cara, y podríamos enumerar más y más situaciones.
Como ya mencioné, esta avaricia vital no nos proporciona la felicidad, sino mas bien una breve satisfacción pasajera.
Estamos bombardeados con la idea de que podemos tenerlo todo y que no debemos sacrificar nada. Grave error: cada vez que decidimos algo en nuestra vida, estamos renunciando a otras cosas: elegir con quien casarnos, nuestro trabajo, tener hijos, formar una familia, todas estas son decisiones que implican una renuncia y un hacer a un lado comodidades y alternativas.
Pero la vida es así, debemos aprender a renunciar para poder seguir avanzando. Y aspirar a tenerlo todo conduce a la infelicidad.
No puedes estar casado y seguir en la fiesta con amigos y amigas; no puedes tener hijos y querer hacer lo que te plazca; no puedes tener un buen trabajo sino cumples con responsabilidad y haces a un lado distracciones.
Es difícil pasar más horas con la familia y conseguir un ascenso en el trabajo; cuesta sacar tiempo para leer más libros mientras atendemos nuestras redes sociales: hay que elegir.
Muchas personas acuden frustradas a la consulta de psicólogos y psiquiatras porque sientes que son incapaces de lograr sus metas, y que por más que se esfuercen no consiguen sentirse satisfechos.
Esto les produce ansiedad y bajo estado de ánimo, e incluso puede dañar sus relaciones sociales. ¿Te sucede esto a ti? ¿conoces a alguien que lo esté viviendo?
Debemos tener muy claro que es imposible obtener la felicidad de este modo, si no gozamos de lo que vamos logrando cada día, nunca estaremos satisfechos y siempre buscaremos más.
¿Cómo lograrlo?
EL camino para que nuestras decisiones nos hagan felices pasa, necesariamente, por aceptar las renuncias como parte del proceso. El día “no tiene más horas”.
Debemos elegir en que invertimos nuestro tiempo y esfuerzo. Y esto nuevamente implica sacrificios, palabra que actualmente nos molesta y que enseñamos poco a nuestros hijos.
Los sacrificios deben ser conscientes, las decisiones tomadas con determinación y asumiendo sus consecuencias. Y algo sumamente importante: dejando a un lado el que dirán los demás, nos dejamos llevar por el ambiente que nos rodea, por la opinión de otros y las circunstancias.
O bien, si simplemente seguimos avanzando, pero imaginando con nostalgia aquello que nunca fue, seguiremos sin valorar aquello que si tenemos y que con tanto esfuerzo hemos logrado. Tendemos a idealizar los caminos que no hemos seguido.
Nuestra meta en la vida es ser felices. No lo olvidemos; la vida implica tomar gran cantidad de decisiones de manera constante. Pero si conseguimos desplazar la atención desde esas renuncias al objetivo final, que es obtener el bienestar, nos resultará más sencillo seguir avanzando.
Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta
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