Cuando se habla de empoderamiento femenino, es inevitable incluir la sexualidad, pero ¿sabemos como ha sido concebida el placer femenino a través de la historia? Aquí les cuento:
Los vibradores surgieron en Inglaterra en 1880 gracias al doctor Joseph Mortimer Granville, que se dedicaba a tratar la “Histeria” femenina. Una enfermedad atribuida a las mujeres diagnosticada ya desde la época greco-romana que se describía como “útero ardiente” o “fiebres vaginales”, cuyo síntoma era la irritabilidad de la mujer; y se trataba provocando a la mujer un “paroxismo nervioso” (término usado para describir el orgasmo femenino).
En la Grecia clásica y la Edad media, las comadronas tenían indicado introducir un dedo con aceite en la vagina de la “Histérica” y agitar bien fuerte para calmar a la paciente.
Posteriormente, en la época Victoriana se realizaba la estimulación del clítoris. Esto llevó al doctor Joseph Mortimer a tener terribles dolores en la mano por tanta estimulación y en plena época industrial decidió desarrollar el primer vibrador para ahorrarse el trabajo manual.
Lo más curioso es que en aquella época se consideraba impropio que una mujer entrara sola al consultorio de un médico, por lo que generalmente las madres y en algunos casos los maridos de las pacientes, se sentaban tranquilamente a un lado de la camilla mientras el médico masturbaba a su hija o esposa.
Al ser una terapia muy demandada, el potencial mercado para los vibradores era enorme, y esto fue aprovechado por la empresa Hamilton Beach que los patentó en 1902.
Así, el vibrador personal fue el tercer aparato eléctrico disponible en los hogares, precedido por el refrigerador y el ventilador, pero mucho más antiguo que la plancha eléctrica, la licuadora y la aspiradora. Las mujeres podían comprar sus aparatos por correo ya que se anunciaban normalmente en revistas de decoración y bordado.
La buena imagen y reputación de los vibradores cambió a mediados del siglo XX por dos razones:
1) Porque en 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito anticuado.
2) Las películas pornográficas tuvieron más difusión, y varias mostraban actrices utilizando el vibrador como juguete sexual y la gente los empezó a ver como objetos de perversión.
Esto originó que los vibradores desaparecieran de las revistas femeninas, catálogos y estantes de tiendas populares como Sears, donde se habían vendido durante casi medio siglo.
A partir de la revolución sexual de los años 70 los vibradores fueron recuperando notoriedad, pero ya siempre asociados a la sexualidad y al placer.
En la actualidad hay toda una industria dedicada a ellos, hoy es posible encontrarlos hasta como aplicación para los teléfonos.
Lo que me resulta fascinante de esta historia es hasta qué punto el placer femenino había sido relegado al olvido como para que su orgasmo sea considerado un “paroxismo nervioso” totalmente desligado de la sexualidad, y que el deseo sexual femenino haya sido considerado durante tantos siglos una “enfermedad”.
Es más, habría que reflexionar el por qué algo que estaba totalmente aceptado e implantado en el mercado como algo benéfico para la mujer, en cuanto se le dejó de atribuir un carácter medicinal, para considerarse simplemente placentero fue repudiado y convertido en tabú...
Lo que me lleva a plantearme ¿por qué el deseo de la mujer siempre se ha considerado algo prohibido?, ¿por qué lo hemos aceptado? y, lo que es peor, ¿por qué nos lo hemos reprimido a nosotras mismas?
Todavía hoy cuando una mujer tiene un impulso sexual fuerte enseguida se le atribuyen terminos patológicos como “ninfómana” o terminos mucho mas despectivos como “guarra” o “puta” (aunque no tenga nada que ver con la comercialización de su sexo), mientras que ese impulso en el hombre es potenciado y admirado socialmente.
¿Será que seguimos pensando que el deseo sexual femenino no es natural?
imagen tomada de taringa.net
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