¿QUÉ ROL JUEGAS EN LA VIDA?

¿QUÉ ROL JUEGAS EN LA VIDA?

Decimos que somos congruentes con lo que pensamos, decimos y hacemos; afirmamos que somos la misma persona las 24 horas del día…pero no es así. Los ambientes en los que nos movemos y nuestra historia personal, nos llevan a desempeñar diversos roles que permiten que afloren aspectos de nuestra personalidad, es decir temperamento y carácter, que sólo están presentes en determinadas circunstancias.

Si eres una persona adulta y tienes la fortuna de contar con unos padres amorosos y solidarios, suele ocurrir que, al estar con ellos, vuelves a ser el niño o niña que necesita de su apapacho, de su invaluable consejo, de sus cuidados cuando enfermas. Ése  es tu rol como hijo; pero también es posible que ya sean personas mayores que requieren de ciertos cuidados, entonces, automáticamente, adoptas con ellos el rol de padre o madre, les llamas la atención por no cuidar suficientemente bien de sí mismos, emites más órdenes que recomendaciones y te vuelves altamente controlador.

Y, ¿qué sucede si tu mamá es viuda o divorciada y, además juega el papel de ama de casa? Te pedirá que la lleves al súper, que compongas el apagador que ya no quiere funcionar, que le reclames al señor de la tienda de la esquina porque le vendió un producto echado a perder, que la invites al cine porque hace mucho que no sale, es decir, que inconscientemente ella sigue necesitando un marido y tú te has prestado a jugar ese rol, no importando si eres hombre o mujer.

¿Qué tal si tus padres trabajaron siempre y desde pequeño o pequeña te hiciste cargo de tus hermanos menores? Tenías la obligación de mantener en orden la casa, de asegurarte que tus hermanitos comieran e hicieran la tarea, de que hubiera pan y leche en la casa…fuiste entonces su padre o su madre en lugar de su hermano o hermana.

Todos estos roles se denominan “roles sustitutos” y te afectan emocionalmente porque siempre hay una parte de ti que rechaza realizar tareas que no te corresponden y otra parte lo justifica diciendo que es tu deber, que hay que colaborar, que debes seguir jugando ese rol aunque no te satisfaga. Ese conflicto interior te lleva a no establecer relaciones sanas con otras personas porque, de acuerdo con la teoría transaccional, te metes en un papel que ya después no puedes soltar. Por ejemplo, si te tocó ser “madre” o “padre” de tus hermanos, más tarde quieres ser naturalmente, el padre o madre de tus hijos, pero también de tu pareja, de tus padres y hasta de tus subordinados, pensando que es tu deber asegurarte de que todo salga bien y sólo será así, si se hace a tu manera.

También es posible que quieras ser siempre el hijo o la hija porque te sobreprotegieron y, aunque tú debas tomar tus decisiones, corres a preguntarle a papá y mamá qué te conviene; y no sólo eso, también esperas a que tu pareja decida por ti, y después serán tus hijos quienes elijan tu vida, porque te quedaste en conflicto con ese rol.

Eric Berne, autor del análisis transaccional dice que todas las personas jugamos los roles de Padre, Adulto y Niño, pero para tener relaciones sanas, debemos asegurarnos de jugar el rol correcto con la persona correcta. Así serás padre o madre sólo con tus hijos, niño o niña sólo durante tu infancia con tus padres, profesores y personas mayores; y serás adulto en la relación que establezcas con tu pareja, con tus amigos y con las personas de tu trabajo. Es la forma de asumir la responsabilidad sobre tus decisiones.

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