Los seres humanos creamos constantemente símbolos y rituales que reafirman nuestras creencias y nuestra cosmovisión. Es así que muchos acostumbran realizar rituales de inicio de año, como hacer listas de propósitos, comer las 12 uvas -cada una acompañada de un deseo, mientras suenan las primeras 12 campanadas del año-, rociar canela con azúcar por toda la casa para la abundancia; quemar un muñeco de trapo, salir a dar la vuelta con una maleta o usar ropa interior de diferentes colores, dependiendo de lo que se quiera para el año que comienza.
Cualquier ritual es válido, pero no suficiente para que las cosas lleguen por arte de magia. La buena suerte es una cuestión de perspectiva, tal como lo señala el psicólogo Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire. El éxito no es cuestión de suerte sino de consistencia, es por eso que la mayor parte de los buenos propósitos que formulamos a principio de año, se van esfumando conforme pasan los días y los meses. Además de formularlos, hay que tener un plan para alcanzarlos y la disciplina para persistir a pesar de las adversidades.
Enero es simbólico para iniciar actividades e intentar cambios de hábitos, pero recordemos que cada día es una oportunidad para reinventarnos y buscar la mejor versión de nosotros mismos, por lo tanto, la pregunta correcta no es ¿qué espero del 2023?, sino ¿qué estoy dispuesto a hacer por mí en este 2023? Mientras más clara y concreta sea la lista, será más fácil la definición de estrategias y de las acciones que cada una de éstas contemple.
Para que tus deseos del 2023 se cumplan, Wiseman recomienda generar profecías autocumplidas a partir de:
- Prepararse y trabajar para construir la “buena suerte”, que, finalmente, es una cuestión de formación y actitud.
- Ser resiliente ante los eventos inesperados y poco esperanzadores
- Ser positivo y rodearse de personas positivas que ayuden a sumar oportunidades
- Alejarse de la idea de que el destino ya está escrito y no se puede hacer nada al respecto
El neurólogo y filósofo Dr. James Austin habla de que hay cuatro tipos de suerte: la ciega, que es “una aguja en un pajar”, por ejemplo, ganarse la lotería (y aun así, necesitamos haber comprado el boleto); la suerte entrópica, que es producto de la persistencia, por ejemplo, tuve un alumno que decía que saliendo de la licenciatura, quería trabajar en una conocida cadena de autoservicio…participó tantas veces en el proceso de reclutamiento y selección ahí, hasta que lo contrataron. El tercer tipo de suerte es la descubierta, que es producto de una actitud visionaria, pensamiento reflexivo y crítico, para distinguir el momento oportuno para realizar una inversión, para abrir un negocio o para efectuar un viaje enriquecedor; para llegar a desarrollar estas habilidades hay que pasar por los cuatro momentos de conciencia: incompetencia inconsciente, incompetencia consciente, competencia consciente y competencia inconsciente, de las que hablaremos en un próximo artículo.
El último tipo de suerte es la que te busca. Así es. Te preparas, te disciplinas, te enfocas en tus metas, adquieres experiencia, gozas de lo que haces y entonces ganas una imagen y tal prestigio, que la suerte llega a ti. Busca ser el mejor en lo que inicies y cuando menos te des cuenta, el 2023 te habrá traído, sin volver siquiera a pensarlo, lo que tanto deseabas.
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