Buena pregunta es ésta, que millones de seres humanos alrededor del mundo se plantean a diario. Comencemos por decir que el amor es un bien intangible, algo que no se puede aprehender ni con una mano, ni con ambas manos. Tiene que ver con lo que me gusta denominar “la magia del encuentro”, esa situación dónde dos ojos se posan en otros dos, aunque alrededor de ellos hayan quinientas personas. Una corriente de atracción muy fuerte se produce entre esos dos seres, que llamamos “atracción” y que es tan fuerte como lo es la fuerza de la gravedad en el espacio.
Muchas veces he sido interrogado por mis lectores y por mis pacientes acerca de ¿qué es estar enamorado?, porque suele suceder que tanto hombres como mujeres, se hayan planteado alguna vez si están verdaderamente enamorados de otra persona o si no lo están. Creo firmemente que estar enamorado es tratar de compartir el mayor número de actividades con otra persona; es tratar de estar lo más cerca posible, y por sobre todas las cosas es admirar al otro, colocarlo en un sitial de preferencia respecto al resto de los seres humanos
Podrás decirme que ésta es una visión algo celestial del amor, y que en la realidad cotidiana, las cosas son bien diferentes. Pues permíteme decirte que a pesar que lo que más sobresale son los problemas, los conflictos y las rupturas, generación tras generación van en busca del amor, y hacen del mismo una profunda veneración.
Lo que está en crisis en este siglo que vivimos no es el amor en sí mismo, sino el ser humano, que ha perdido el rumbo, que ha perdido valores, que cree que el cambio por el cambio en sí mismo está bien si todos lo hacen, y no ha comprendido que las creencias o los modelos de comportamiento pueden modificarse, pero que los códigos éticos y morales, dónde está incluido el amor, será inamovible a través de los tiempos.
¿Por qué hoy los vínculos amorosos son tan fugaces? ¿Qué ha cambiado hoy en día? Hombres y mujeres seguimos siendo los mismos, salvo que se da una situación muy compleja dónde la búsqueda de la pareja se hace a través de las carencias de cada uno, en la ilusión de que quién ha sido elegido ha de cubrir esas debilidades que todos los seres humanos tenemos. Entonces: ¿qué sucede? La realidad muestra que se idealiza a la otra persona, que nunca prometió erradicar definitivamente nuestras debilidades, y en la medida que no lo hace, o no lo puede hacer, la imagen construida se desmorona, y la falta de habilidad para negociar un nuevo contrato virtual de amor, termina distanciando a la pareja que se había prometido amor eterno.
Las relaciones humanas y especialmente las relaciones amorosas no son fáciles de sobrellevar, y si luego de un fracaso pudiéramos tomarnos el tiempo para pensar, en lugar de salir frenéticamente a buscar una nueva pareja que ahogue nuestro llanto o nuestra desesperación, seríamos mucho más conscientes a la hora de elegir a quien queremos que esté a nuestro lado.
La soledad elegida es el mejor espacio para encontrarse con uno mismo, y para saber lo que cada uno quiere y necesita para su vida. Una vez que la autoestima se eleva en sus dos componentes fundamentales, la confianza y el respeto por uno mismo, estaremos en las mejores condiciones de acercarnos a otra persona desde nuestros espacios más sanos, y no ya desde nuestras carencias.
Por supuesto que el amor pasa por distintas etapas. No es lo mismo el noviazgo, dónde cada uno puede decidir si se va a encontrar con el otro o simplemente hoy no tiene deseos de hacerlo, o tiene otra actividad más importante, que la convivencia dónde se ponen de manifiesto las diferencias que cada uno plantea frente a una misma situación conflictiva.
Es que es un mito que una pareja sea “como dos gotas de agua”, o la “media naranja”. Ni agua ni naranja, son dos seres totalmente diferentes que han decidido construir un proyecto común, pero que tienen que tener la capacidad y la flexibilidad como para comprender lo que el otro necesita a cada momento.
No somos las mismas personas hoy, que las que fuimos cinco años atrás o diez años atrás. ¿Qué significa esto? Esto quiere decir que nuestras necesidades y nuestros deseos fueron cambiando a medida que nuestra vida se fue desarrollando, y eso puede llevar a que lo que en su momento fue un gran amor, hoy esté hecho trizas por no haberse sentado a reformular un vínculo que a todas luces es hoy diferente.
Escuchar al otro en el marco de referencia de lo que le está sucediendo es otra de las habilidades para mantener erguido el amor. La escucha empática es fundamental, porque a todos nos pasan cosas en la vida, y necesitamos no sólo de comprensión, sino también de contención. ¿Quién mejor que nuestra pareja para entendernos? Sin embargo, es frecuente que la mujer comente sus problemas con su mamá, con su hermana, o con su mejor amiga, y no lo haga con su marido.
Por su parte los hombres, que creemos que somos invulnerables, ni siquiera comentamos lo que nos sucede, hasta que nuestro cuerpo emocional se desborda y sufre nuestro cuerpo físico, bajo la forma de distintas enfermedades.
Volvemos a lo del principio: ¿Qué es el amor?
Lo más maravilloso que le puede suceder a un ser humano, y también lo más complicado de manejar. Tener la destreza de llevar a buen puerto el amor, es una tarea a la cuál deberíamos abocarnos todos. ¿Lo hacemos?
Gracias.
Dr. Walter Dresel
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