¡Que Dios te de raíces!!!

Tiempo atrás, tuve un vecino,  cuyo "hobby" era plantar

árboles en la enorme quinta de su casa. Algunas veces

observaba desde mi ventana el esfuerzo para plantar

árboles y más árboles todos los días.

 

Entretanto, lo que más me llamaba la atención

era el hecho de que él jamás regaba los renuevos

que plantaba. Noté después de un tiempo que

sus árboles estaban demorando mucho en crecer.

 

Cierto día, decidí acercarme a él y le pregunté

si no tenía recelo de que los árboles no crecieran,

pues percibía que él nunca los regaba.

Fue entonces cuando, con un aire orgulloso,

me describió su fantástica teoría.

 

Me dijo que si regase sus plantas, las raíces

se acomodarían a la superfície  y quedarían siempre

esperando por el agua más fácil venida de encima.

Como él no las regaba, los árboles demorarían más

en crecer, porque sus raíces tenderían a migrar

para el fondo, en búsqueda del agua y de las variadas

fuentes nutrientes encontradas en las capas más inferiores

del suelo. Esa fue la charla que tuve  con aquel vecino mío.

Después me fui a vivir a otro país, y nunca más lo volví a ver...

Varios años más tarde, al retornar del exterior,

fui a dar una mirada a mi antigua residencia.

Al aproximarme, noté un bosque que antes no había.

¡Mi antiguo vecino había realizado su sueño!

Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte

y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados,

como si no estuviesen resistiendo el rigor del invierno.

Mientras tanto, al aproximarme a la quinta del que había

sido mi vecino, noté cómo sus árboles estaban sólidos,

practicamente no se movían, resistiendo implacablemente

aquella ventolera. Efecto curioso, pensé yo...

Las adversidades por las cuales aquellos árboles

habían pasado, habiendo sido privados del agua,

parecían haberlos beneficiado, como si hubiesen

recibido el mejor de los tratamientos.

Todas las noches, antes de irme a acostar, doy siempre

una mirada a mis hijos me inclino sobre sus camas y observo

cómo han crecido. Frecuentemente oro por ellos, la mayoría

de las veces, pido para que sus vidas sean fáciles.

“Dios mío, libra a mis hijos de todas las dificultades

y agresiones de este mundo”.

He pensado que es hora de cambiar mis plegarias.

Este cambio tiene que ver con el hecho de que es inevitable

que los vientos helados y fuertes  alcancen a nuestros hijos.

Sé que ellos encontrarán innumerables problemas,

y ahora me doy cuenta de que mis oraciones para que

las dificuldades no ocurran, han sido demasiado ingenuas...

Pues siempre habrá una tempestad ocurriendo en algún lugar...

Lo haré porque queramos o no, la vida no es muy fácil.

Al contrario de lo que había hecho, ahora pediré

que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma

que puedan sacar energía de las mejores fuentes

-de las más divinas-, que se encuentran en los lugares

más remotos.

Oramos demasiado para no tener dificultades,

Pero lo que necesitamos hacer es pedir para desarrollar

raíces fuertes y profundas, de tal manera que, cuando

las tempestades lleguen y los vientos helados soplen,

resistamos con valor y no seamos dominados.

¡Que Dios te dé raíces profundas!

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Comentarios

  • Igualmente a tí y tus hijos también, me maravilló ésta lectura, es realmente impresionante lo sencillo de entender que hay que enfrentar las dificultades para crecer, gracias por compartirla

  • Me encantò, y como tù, cambiare mis peticiones, por que mis hijos tengan raices profundas,

  • Linda reflexion diosito quiero raices profundassssssssssss

  • HERMOSA REFLEXION,SIMPLEMENTE ESPERO QUE TENGAMOS ESAS RAICES PARA PODER DARCELAS A LOS HIJOS,ME ENCANTO,GRACIAS.

  • Ohhhh Gaby, muy interesante.. Besos!
  • Muy buena reflexión!!! Muchas gracias por compartirla, educar a nuestros hijos para que saquen lo mejor de ellos y que en circunstancias adversas, se mantengan firmes!!! Bendiciones!!!

  • Amén Gaby!!
    Excelente reflexión

  • ... "Y aúnque las nubes a mí, me ensombreserán... sigo confiando en Jesús, El me sostendra..."

    Sí, la vida puede ser muy desafiante, inestable y hay épocas de sequedad, así como de vientos tempestuosos, pero si confiamos verdaderamente en Dios... nada nos faltara, y tampoco tendremos escasez de paz en nuestra alma.  Abrazos:  *Gena.

  • Querida Gaby...

    Gracias por tan bella reflexión, sirvió mucho para alimentar mi alma.

    Dios te bendice 

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