Con esta pregunta intenté abordar una explicación acerca de lo que comúnmente se conoce como crisis de la edad: esas crisis que le dan a uno en cada década de nuestras vidas. Encontré que bien podríamos hacer la analogía de concebirnos como un arcoíris, donde vamos transitando de un color a otro cruzando por ciertas interfaces o intersticios que son aquellos espacios que median entre partes –dentro de un todo continuo– compuestos por una multiplicidad de factores o síntomas. Una vez rebasada cada interfaz o intersticio, arribamos a otra edad (a otro color) haciendo honor con ello a la palabra crisis cuyo significado original es “cambio” (proviene del latín crisis y éste del griego κρίσις).

Veamos, pues, algunos de esos factores o síntomas que –a saber– predominan en cada una de estas fases.

SÍNTOMAS DE LOS 20-30 (COLOR ROJO)

  • Sensación de no ser lo suficientemente bueno debido a que  no se encuentra un trabajo acorde con la preparación académica.
  • Sensación de frustración con las relaciones y el mundo laboral.
  • Confusión de identidad.
  • Inseguridad acerca del futuro inmediato.
  • Inseguridad respecto de los logros obtenidos.
  • Reevaluación de las relaciones interpersonales cercanas.
  • Desilusión por el trabajo y la pareja.
  • Nostalgia por la vida de la secundaria.
  • Tendencia a opiniones muy radicales.
  • Sentirse aburrido de las relaciones sociales.
  • Estrés de origen financiero.
  • Sensación de soledad.
  • Esporádicos deseos de tener hijos.
  • Ideas de que a todo mundo le va mejor que a uno mismo.

SÍNTOMAS DE LOS 30-40 (COLOR NARANJA)

  • Presión por ser exitoso y triunfar.
  • Sensación de inseguridad.
  • Episodios de depresión y soledad.
  • Idea de estar atrapado en las opciones elegidas.
  • Fuerte deseo de cambio.
  • Búsqueda de nuevas experiencias.
  • Deseo de recuperar el control y reiniciar la vida.
  • Tendencia a no dejarse arrastrar por los ritmos de la sociedad sin tomar conciencia de los cambios.
  • Deseos de mayor libertad e independencia.

SÍNTOMAS DE LOS 40-50 (COLOR AMARILLO)

  • Búsqueda de un sueño o meta indefinido.
  • Gran remordimiento por las metas no alcanzadas.
  • Exacerbación del deseo de juventud.
  • Búsqueda de pasar más tiempo solo o únicamente con ciertas compañías.
  • Mayor consumo de alcohol.
  • Hábito de consumo por artículos raros o extraños: prendas de vestir, joyas, motocicletas, artículos deportivos, aparatos, tatuajes…
  • Atención exagerada a la apariencia física.

SÍNTOMAS DE LOS 50-60 (COLOR VERDE)

  • Cierto decrecimiento del apetito sexual.
  • Temor exacerbado al envejecimiento.
  • Sensación de aburrimiento hacia personas o cosas que antes traían entusiasmo.
  • Sensación de asfixia por compromisos familiares o sociales.
  • Fuertes ganas de hacer algo diferente.
  • Búsqueda de relaciones emocionantes en la vida íntima.
  • Resentimiento del matrimonio y duda de si el cónyuge alguna vez lo amó.
  • Cuestionamientos esporádicos a las decisiones de hace años.
  • Eventuales momentos de ansiedad y depresión.
  • Exagerado enaltecimiento de los triunfos individuales.
  • Acentuación del egoísmo.

SÍNTOMAS DE LOS 60-70-80 (COLORES: AZUL-AÑIL-VIOLETA)

  • Necesidad de aceptar la vida que se ha escogido.
  • Revaloración de la convivencia familiar.
  • Reforzamiento de los lazos sociales.
  • Mayor apego a la pareja.
  • Redescubrimiento de habilidades perdidas.
  • Encanto por conocimientos nuevos.
  • Deseos de presunción de salud y actividad física.
  • Revaloración de atributos personales y habilidades profesionales.
  • Exageración de los logros obtenidos.
  • Apaciguamiento de las debilidades o defectos propios o de otros.

De acuerdo con esta sucesión de factores o síntomas de una década a otra, podríamos identificar que en un extremo del espectro (el color rojo, el de la década de los '20) hay quizás más exposición a factores de inseguridad y expectativa tras los cuales viene un tono (naranja, el de los '30) pleno de deseos intensos de triunfar, y luego de ello se cae a una especie de indefiniciones e incertidumbres (color amarillo, los '40) que conllevan a un momento de peligroso color (el verde, los '50) porque se siente más cercana la edad mayor y, por ello, una aguda presión de sentirse en la cúspide de la vida, a lo cual continúa una respuesta de ajuste hacia un mayor equilibrio existencial y emocional (los '60, '70 y '80) representado –casualmente– por los tonos más tenues y apacibles del arcoiris: el azul, el añil y el violeta.

 

Cada etapa –como vemos– tiene sus propios factores de confrontación, o sea, sus factores de “crisis” lo cual equivale a una necesidad de cambio por resolver. Rebasar esos factores, en consecuencia, no significa sino transitar hacia otra fase; de allí lo de la íntima relación entre crisis y cambio. Estancarse en algunos de ellos representaría mantenerse en una edad que no nos corresponde. Y cada etapa –si observamos– conlleva un ascenso hacia algo más elaborado. Lo recomendable sería (según este patrón) vivir los factores respectivos, solucionarlos, y pasar a la siguiente fase. Dado que no siempre es muy fácil, probablemente convendría ir viajando a lo largo de este espectro en compañía de ciertas convicciones, entre ellas:

  • No mantenerse en una etapa o factores que ya no nos correspondan.
  • Generar un ahorro económico para la última fase.
  • Cuidar la salud y fortalecer los buenos hábitos.
  • Conservar los gratos momentos y desechar los malos.
  • Sumar los verdaderos amigos de cada transición.
  • Saber ser útil desde el principio hasta el final.

Ahora bien, tenemos que reconocer que así como no siempre aparece el arcoíris después de la lluvia, así igualmente no tenemos absolutamente la garantía de un triunfo definitivo al final de nuestros días; sin embargo, podremos mantener siempre viva la esperanza de que mientras haya lluvia habrá la posibilidad de un espectro maravilloso en el cielo y mientras haya voluntad  habrá la posibilidad de alcanzar nuestros sueños y planes...

 

Es por todo esto por lo que pensé que quizás siguiendo un modelo como el del arcoíris podríamos comprender de mejor manera lo que realmente somos: un continuum, es decir, un campo en permanente transformación a través del cual –si seguimos un acertado camino– podríamos alcanzar (a la manera del mundo del Mago de Oz)  lo que todos buscamos y anhelamos al final de nuestra existencia: la plenitud, la dicha y la paz.

 

NOTA: Este blog (una síntesis de él) lo expuse originalmente en una mesa de radio a la que –junto con unas maravillosas compañeras– fui invitada por el animoso y sensible Nino Canún en su programa “Y usted qué opina” con el tema, precisamente, “Crisis de la edad”.

 

 

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Comentarios

  • Muy interesante la analogía, te mando una gran felicitación! Saludos y gracias por compartirlo!
  • Que bella manera de explicar las diferentes etapas de la vida, pero màs aùn el aceptar y adaptar los colores a nuestra vida,GRACIAS

  • Es necesario el conocimiento de nosotros mismos. Gracias por el artículo.

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