Publicado por Toni Torres el 5 de Febrero de 2009 a las 3:00pm
ROMPIENDO CADENASTodo esfuerzo por tratar de aferrarnos a algo o a alguien nos debilitaMientras gozamos de todo lo bello que hay en la naturaleza, podemos observar cómo algunas plantas se aferran a con todas sus fuerzas a otras para crecer y dar frutos, pero pierden así su independencia, pues se nutren de las demás plantas y se convierten en parásitas cuya vida no depende de sí mismas.De igual manera, cuando nos aferramos a otra persona, a ciertas ideas o a posesiones materiales, centramos todas nuestra felicidad en ello, y si por alguna razón lo perdemos, también arruinamos nuestra felicidad y nos convertimos en parásitos sin libertad y armonía.Mi abuela María fue una mujer encantadora, y como yo era uno de sus nietos preferidos siempre estuve a su lado. Hacíamos largas caminatas por los cafetales para buscar el tesoro que yo creía escondido en el arco iris; me alcahueteaba todas mis travesuras, que no eran pocas; me contaba cuentos y me los repetía cuantas veces yo quisiera, siempre con la paciencia amorosa de una abuela divina. Nunca se cansaba, siempre estaba disponible, con todo se alegraba y encontraba el lado positivo de cada cosa. Siempre fue una mujer muy fuerte, y de niño yo creía que eso se debía a su corazón tan amoroso (¿y sabes?, ahora lo creo más.)Era tanto el amor entre los dos que cuando enfermó preguntaba insistentemente por mí, y mis padres pensaban consternados que su muerte sería algo tan fuerte para mí que quizás no lo soportaría, porque estaba supremamente apegado a ella.Finalmente, un día la muerte tocó su puerta y abandonó este mundo. Cuando me dieron la noticia lloré como nunca lo había hecho en mi vida. Al llegar a su casa, a pesar de que todos me presionaron para que la mirara y me despidiera de ella, no quise hacerlo. Una vez llegaron con aquella caja negra, ni la miré, y luego empezaron a salir uno a uno todos mis familiares para el cementerio. Yo me negué rotundamente a ir a aquel lugar. Trataron de convencerme por todos los medios, pero les dije que pasara lo que pasara, no iba a ver cómo la encerraban en ese oscuro hueco de cemento, cómo la cubrían ladrillos rústicos y luego incrustaban esa lápida con su nombre. Tampoco quería verlos a todos llorando y lamentándose porque ella ya no estaría a nuestro lado.En aquel momento, Dios me iluminó y sentí cómo me hablaba: de ahora en adelante, a pesar de que su cuerpo no estuviera en la tierra, iba a estar conmigo todo el tiempo; que sería la estrella que iluminaría mi camino en los momentos de oscuridad. Y siento que siempre ha estado en el cielo para iluminarme y sonreírme, especialmente cuando hago las travesuras con las que tanto reía.Lo más importante de esta experiencia fue que entendí que aquello que yo sentía por mi abuela era amor puro. Sólo pensaba en todo lo que la había disfrutado cuando estaba viva, y no me quedó ningún remordimiento por no haber compartido más con ella. Desde ese momento nunca más lloré, pues sentí que su amor se fundió en espíritu con el mío. Por ello la recuerdo siempre con mucho amor y en cada estrella la veo sonreír.Cuando acepté la voluntad de Dios entendí que, aunque lo deseara con todas las fuerzas de mi corazón, ella no volvería. No importaba si rezaba, lloraba, me vestía de negro, me lamentaba o regañaba a Dios; había una realidad y la tenía que aceptar. De tal manera me desprendí de esos sentimientos de apego y los reemplacé por sentimientos de amor, agradecimiento y aprecio por todos los momentos felices que compartimos juntos y por todas sus enseñanzas.Todo esfuerzo por tratar de aferrarnos a algo o a alguien nos debilita, nos hacer sentir desgraciados, pues aquello a lo que nos aferramos tarde o temprano desaparecerá, pasará. Apegarse a algo ilusorio, transitorio o incontrolable es el origen del sufrimiento. Podemos perder fácilmente lo que hemos adquirido o creemos poseer, porque todo es efímero.Cómo se manifiesta el apegoLa felicidad es un estado totalmente natural, con el que venimos a este mundo y del cual podemos disfrutar tranquilamente hasta aquel día en que tratan de cortarnos las alas, al enseñarnos a ser temerosos y egoístas. Desde muy pequeños nos programan para ser poseedores de cosas, poderosos, manipuladores, deseados, admirados o aprobados. Allí radican nuestras angustias y frustraciones. No lograr aquello que deseamos nos perturba y roba la felicidad, la paz interior, y así este deseo se convierte en apego.El apego es control y posesión. Además es ciego, ya que tiene su origen en una creencia falsa construida por nuestra mente, bajo la influencia de quienes tratan de hacernos ver en la ausencia del apego y en nuestra independencia características altamente nocivas y peligrosas. El problema principal del apego es buscar infructuosamente la felicidad en una agente externo, sea un objeto, una circunstancia o una persona, y al creer encontrarla aferrarnos perdiendo autonomía, libertad y paz interior. De ahí deriva en primer lugar una gran desilusión y como consecuencia final la depresión.Cuando aceptamos el apego en nuestras vidas, depositamos nuestra felicidad en manos de otros. Ya no depende de nosotros ser felices y empezamos a vivir condicionados, sufriendo un virus que se manifiesta así:• Nuestras vidas se basan en tener y no en ser.• Estamos siempre preocupados por lo que piensan los otros.• No somos felices si no tenemos todo lo que deseamos.• No podemos ser felices si prescindimos de lo que ya tenemos.De qué se nutre el apegoEl apego se nutre del miedo y cuando éste reina en nuestro corazón todo se ve distorsionado. El temor a perder la comodidad, el bienestar o el placer hacer que nos engañemos y de paso nos sacrifiquemos para vivir en una supuesta armonía con una falsa ilusión de permanencia y estabilidad, causa de tantos malentendidos acompañados generalmente de baja tolerancia y frustración. Esto ocasiona una caída bastante fuerte de la autoestima, ya que nos resistimos al cambio, y el miedo nos ciega de tal manera que no aceptamos el sufrimiento y el daño que padecemos, así llegamos a afectar peligrosamente nuestro estado mental y emocional. El verdadero problema no es querer, amar, o desear; el problema radica en querer a toda costa, amar con dependencia y permanecer adheridos a eso que nos obsesiona.El apego puede ser afectivo, material o ideológico.Atrévete a actuar. Sé responsable de ti mismo, encuentra la misión y el propósito de tu vida, gózalo, saboréalo con todos tus sentidos. Tu autorrealización consiste en encontrar todos los talentos naturales, dones aptitudes que nacen espontáneamente en tu interior, sin necesidad de que los hayas aprendido artificialmente. Cuando los detectas comienzan a existir otras fuentes de placer y alegría; dejas de centrar toda tu energía en el objeto de tu apego y te sientes independiente y libre.www.papajaime.com
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