Desde las últimas décadas del siglo pasado, se fue conformando en México lo que bien podríamos llamar una Cultura de la Salud con un sentido preventivo.
Recuerdo que en aquellos días de mi infancia y hasta la adolescencia misma, no existían prácticas tan acendradas como hoy, en nuestra generación, ni de parte del Estado como tampoco de los padres de familia.
Por ejemplo, en materia de aplicación de vacunas se ha registró un meritorio salto cualitativo con la instauración de la propia Cartilla de Vacunación, de alcance masivo, además de que los avances científicos generaron algunas que no existían hace medio siglo. Un caso dramático fue la poliomielitis, enfermedad que a tantos niños afectó entre los años cuarenta y cincuenta, a falta de un antídoto que la curara.
Otras de las grandes diferencias del pasado reciente sé vincula al cuidado odontológico, pues en el mejor de los casos llegábamos a una primera revisión con el dentista ya siendo adolescentes, junto a la carencia de hábitos adecuados respecto a la limpieza dental cotidiana.
En nuestros días es incomparable la vasta y precisa información sobre el conocimiento, prevención y cura de múltiples padecimientos
Y qué decir, de la concientización sobre el ejercicio físico y las dietas que se refleja claramente en la cantidad de gimnasios y centros de acondicionamiento corporal que hoy pululan.
Sin embargo, nuestro país presenta algunos índices muy alarmantes en materia de salud, como ocurre con la obesidad o la diabetes, e incluso con la reaparición o brotes epidémicos de enfermedades que habían logrado erradicarse.
Por igual, hay obstáculos que se extienden hasta el presente debido a prejuicios, o sinrazones por ciertas creencias religiosas, que se resisten a las campañas de vacunación masiva.
Por tanto, debemos consolidar esos grandes avances con saldo altamente positivo en materia de salud pública. Mantenerlos y enriquecerlos con políticas y programas para cuidar al máximo a la población, así como evitar que se presenten situaciones o hechos graves y lamentables como la muerte de varios niños, en Chiapas por la aplicación de vacunas donde se nos dice que gravitaron bacterias, sin que se haya aun aclarado satisfactoriamente. Por fortuna, no se suspendió la vacunación nacional, que es indispensable y siempre será una de las grandes prioridades de la Nación.
En otras palabras fortalecer toda una cultura de la Salud, en la sociedad mexicana, donde cada uno de nosotros tiene una gran responsabilidad y misión que cumplir en el plano individual y colectivo.
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