En la historia de la humanidad ha existido un sinfín de casos de infidelidad y amoríos extramaritales, tanto en los hombres como en las mujeres. La búsqueda de un tercero en una relación puede significar que hay asuntos inconclusos o deseos que no han podido ser satisfechos.
Los hombres han sido el blanco principal cuando se menciona la existencia de un amante, pero las cifras demuestran que también las mujeres cumplen un rol activo en esta labor. Estadísticamente el 90% de hombres casados ha cometido infidelidad al menos una vez, mientras que en las mujeres es un 70%.
En estos datos se debe mencionar que los hombres expresan la necesidad de una amante por deseos sexuales, en menor o mayor grado. Mientras que las mujeres buscan un amante por atracción emocional, mucho más que por deseos carnales.
Cuando la relación se frena en un punto y ninguna de las partes puede, o quiere mejorar la situación, suele ocurrir que se busque la asistencia de terceros. Estos amantes pueden estar al tanto de la situación marital y aceptar formar parte de la relación a escondidas.
Un amante ¿Se busca o se encuentra?
Para muchas personas, el amante viene a ser un golpe bajo, pues significa que alguien se ha colocado entre las personas de la relación para fracturarla. Casi siempre se toma represalia contra este tercero, sin ver justamente que quien mantenía la relación es el verdadero o verdadera culpable.
Sin embargo, se debe mencionar que no todos los amantes saben que están entrando a una relación ya existente. Esos casos son tan comunes que rayan en un cliché, y suelen escudarse en ese argumento para evitar las repercusiones de sus actos.
Lamentablemente existe una fuerte creencia cultural que muestra al hombre como acreedor de muchas mujeres, mientras que aquella que tenga más de una relación es considerada peor que la basura. Los años con la misma creencia han convertido a las relaciones extramatrimoniales en algo muy normal, mientras sea el hombre quien la tenga.
La presencia de un amante viene dada por una necesidad o deseo no satisfecho en la relación, donde esta tercera persona cumple el rol de satisfacerla. En este punto es donde entra el deseo, y por sobretodo el autoengaño.
Por ende, si en la relación no se cumple un deseo, se buscará cumplirlo en otro lado. Esto puede traducirse como falta de comunicación, mucho tiempo en el trabajo, la misma rutina de siempre, falta de apetito sexual, e incluso exceso del mismo. Es aquí donde el hombre o mujer buscará fuera de su relación alguien que se volverá el o la amante.
Existen otros casos donde esta persona fuera del matrimonio busca desesperadamente la atención de una de las partes, al punto de comenzar una relación secreta. Estas personas suelen tener un fuerte deseo posesivo o una carencia emocional, la cual ven reflejada en la otra persona.
Esto último se vuelve más evidente cuando el amante desea que esta persona, con quien mantiene una relación secreta, termine divorciándose. De esta forma, podrían crear su propia relación formal.
Ser fiel a la infidelidad
Las personas que son amantes suelen sentirse correspondidas al estar en una relación con alguien casado o comprometido, lo cual incita a lo prohibido. Se omiten las creencias y valores en pos de una relación que busca lo mismo que está quitando, la fidelidad.
Generalmente el deseo de mantenerse en la relación amorosa mantiene un estrecho vínculo con la necesidad de compañía, la cual no pudo florecer en otros casos. Pero esto termina pasando a segundo plano cuando la relación se “formaliza” y toma un rumbo más personal.
Las parejas infieles desean que su compañero mantenga cierta fidelidad en la relación. Dicho de otra forma, la persona con el compromiso real sigue con su vida matrimonial, mientras que es fiel con su vida extramatrimonial sin ver a otras personas más.
Es evidente donde cae el autoengaño inducido por una falsa creencia de compromiso injustificado, y a su vez defendido por siglos. Se suelen mantener las relaciones infieles porque “es lo normal”, promulgando una disociación emocional en el hombre que crece en sus años de vida. En cambio, cuando se una mujer es la impartidora del acto, esta busca una conexión más emocional que carnal.
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