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A lo largo de la vida vamos percibiendo, creando y participando en un mundo lleno de violencia, ambientes cubiertos de frustraciones, deseos de venganza ilimitados, un largo listado de antivalores que nos hacen DECRECER (menguar, disminuir, reducir), digamos claramente que en lugar de sumar a nuestras vidas le vamos restando y lo peor del caso es que así también en automático vamos multiplicando tan terrible “virus de la furia y la tristeza”, déjame compartir la siguiente leyenda para explicar claramente que pasa con nuestros corazones arrugados…

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...

Había una vez...

Un estanque maravilloso, era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente... hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque. La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua... Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró... Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza... Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla encontró que su ropa ya no estaba, como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces,  uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

Del libro Cuentos para pensar de  Jorge Bucay

Que terrible realidad ¿no te parece?, ¡hasta donde hemos llegado!, ser deshonestos hasta en nuestros terribles impulsos, esconder nuestras tristezas tras un vestuario de violencia que sin lugar a dudas solo señalan nuestra carencia de amor.

¡PAPÁS!  Esta pequeña aportación no es más que un grito desesperado para que volteemos amorosamente y atendamos  la diaria educación de nuestros hijos, no puede ser que dejemos como legado y herencia  un cúmulo de enojos, culpas, desesperanzas y sobre todo DESAMOR, debemos detenernos a reflexionar que estamos haciendo para formar hijos felices, dentro de familias felices, en un mundo feliz, no lo debemos dejar en UTOPÍA, puede ser una hermosa realidad, si empezamos, “SOLO POR HOY” a crear un mundo en armonía, perdonando y perdonándonos, amando y amándonos, respetando y respetándonos, ese debe ser nuestro verdadero modelo a seguir, después de todo cada quien es responsable de hacer cada segundo vital en un ramillete de bellos significados.

La cita bíblica de ésta semana es para reflexionar desde el fondo de nuestro corazón, pues resalta el verdadero ejemplo que queremos dejar a nuestros hijos, espero les sea de verdadera conciencia paternal…

Eclesiástico 30:4

Fallece el padre como si no hubiera muerto, porque ha dejado uno semejante a él.

Dios les permita discernimiento para quitar lo arrugado de los corazones y así poder formar hijos,familias y sociedades felices en el AMOR.

Hasta el próximo martes.