Debo recordar que soy alma, es lo único que queda de mí para siempre.
Disfruto intensamente mi existencia corporal pues es un privilegio vivir aquí y ahora, aprovecho agradeciendo esta oportunidad.
Pero todos los días, aunque sea durante cinco minutos, detengo mi reloj mental.
Busco un lugar tranquilo, en donde pueda estar solo, sola, cierro los ojos y “soy”, me dejo ser, paro el movimiento incesante y las prisas.
¡Ah, cómo me libero de mi cuerpo por un rato, practico ser alma!
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