La violencia contra las mujeres es una construcción social que emerge en una cultura patriarcal y autoritaria donde las diferencias se vuelve jerarquías, donde la mala distribución del poder fragiliza a las mujeres.
Para el ejercicio e instalación de la violencia no siempre es necesario el uso de la fuerza física. Existen otros recursos e instrumentos. Uno de ellos es la creación, difusión y sostenimiento de ciertos mitos que culpabilizan a las mujeres y les impiden salir de relaciones humanas perniciosas; ficciones que naturalizan la violencia.
Los mitos son falsas creencias que la mayoría de la gente acepta como verdaderas.
Para las mujeres víctimas de violencia lo difícil es visibilizar los mitos con prontitud; las creencias que las atrapan suelen considerarse verdaderas durante mucho tiempo debido a que fueron taladradas mediante un proceso temprano de educación y crianza en una cultura como la nuestra donde ciertos mandatos y expectativas respecto a ellas son tramposas al esperar que existan siempre en función de los otros (hijos, esposo, novio, hermanos…) y no en función de sí.
Posteriormente la ausencia de instituciones y de argumentos que confronten o cuestionen dichos mitos viene a potenciar su fragilización.
Un mito que ha cobrado fuerza en los últimos años es el siguiente: “En la actualidad las mujeres ejercen la misma violencia que los hombres”. Un argumento recurrente con el que suele minimizarse o negarse esta realidad, es aquel que dice que en la actualidad también existen hombres violentados por mujeres; argumento que, dicho por los hombres, generalmente no tiene una finalidad responsable, es decir, no se enuncia con la intención de hacer algo para promover relaciones más armoniosas y saludables sino que suele emplearse para negar la violencia ejercida por nosotros.
Que las mujeres también la ejercen, ni duda cabe. No obstante las dimensiones, niveles y expresiones al día de hoy, son otras. La violencia sigue teniendo rostro de hombre, predominantemente.
Los hombres y las mujeres necesitamos cuestionar y meter en tensión a este tipo de mitos, creencias y expectativas sociales que se ponen sobre los hombros de unos y otras, para poder vivir las diferencias sólo como eso, como diferencias, y no como desigualdad.
En esta tarea la perspectiva de género puede ser un instrumento que permita visibilizar y desnaturalizar las múltiples violencias que padecen las mujeres, porque dicho instrumento facilita la identificación y análisis de los mitos, mandatos y discursos que la sostienen.
En esta labor a los hombres nos toca responsabilizarnos de nuestras violencias y oponernos a las ejercidas por los congéneres, así como democratizar el poder; y a las mujeres seguir trabajando en su autonomía y libertad.
Comentarios
Felicidades Gaudi por ser tú quien comparta esta publicación, que nos hace conscientes de una gran realidad que vivimos, y tu invitación para seguir trabajando tanto hombres como mujeres en pro de una sociedad con una real equidad de género
Me gustó mucho tu publicación, Gaudi. Muy objetiva. Y tienes razón respecto a los mitos. Yo fui víctima de violencia, una sola vez...¡y con eso bastó! porque el tipo, que fue mi pareja 4 años, me sometió únicamente por su fuerza física. Actualmente, incluso en Asociaciones que buscan acabar con la violencia, se utliliza este discurso de que los hombres también son violentados. Yo siempre sostengo: Sí. Pero las mismas estadísticas señalan que jamás en la misma proporción que las mujeres. Algunas veces los hombres son violentados...pero de otras maneras. Difícilmente(de no ser en defensa propia y teniendo un arma), la mujer puede causar, solamente con su cuerpo, tanto daño como el que el hombre le causa a una mujer. Ésta sigue siendo nuestra vulnerabilidad y, por supuesto, las actitudes misóginas con las que hemos creado a la "humanidad". ¿Podría compartir tu escrito en otro blog? Un abrazo.