NUESTRO ESPÍRITU

La sociedad mexicana es de contrastes; a veces nos desbordamos en apoyo entre nosotros y a veces volteamos la vista sin poner un grano de arena para ayudar a evitar el dolor evitable. Sin embargo, especialmente en eventos graves como terremotos y huracanes, nuestra solidaridad ha sido ejemplo mundial. Noches y días quitando escombros para buscar un hálito de vida, horas dedicadas a cocinar para quienes se quedaron sin casa y para quienes trabajan denodadamente por salvar vidas, millones de pesos en donaciones anónimas de todo tipo: ropa, comida, enseres y medicamentos para tender una mano con la mejor intención a quien sufre y necesita.

Pues bien, esta pandemia en términos de tragedia supera ya a cualquiera que hayamos vivido. Tomando únicamente cifras oficiales, en el terremoto de 1985 fallecieron 3192 personas y en el de 2017, 369. Pues bien, en esta crisis de salud, hasta el domingo 17 de mayo de 2020, se han contagiado de Covid-19 49,219 personas, de las cuales 5,177 perdieron la batalla y muchos de ellos ni siquiera pudieron despedirse o ser despedidos por sus seres amados. A estas víctimas directas, se suman, entre otros sufrimientos, las 155 mujeres que por hora están pidiendo auxilio al 911 por sufrir violencia, el incremento de pornografía infantil en 73%, la proyección de incremento de embarazos no deseados y violaciones y el luto de miles de familias, de niñas y niños huérfanos que no entienden la tragedia pero saben que duele…que duele mucho. Por si no fuese suficiente dolor, se suma la tragedia económica: según Banco de México la tasa de desempleo puede sobrepasar el -10%, lo que significa que más de un millón cien mil personas pierdan su empleo, su fuente de sustento, la comida y techo suyos y de sus padres y madres adultos mayores, hijas e hijos.

Tal vez el hecho de que las pérdidas se están viviendo día a día, en diferentes grados y sin el estruendo de edificios caídos, nos haya tenido estupefactos, incrédulos, congelados. Afortunadamente, ya se notan las iniciativas de solidaridad por parte de la sociedad civil; sí, siempre es la sociedad la que mueve al país. Los gobiernos difícilmente son impulsores de evolución. Este México es nuestro, lo ha sido y lo seguirá siendo con, sin o a pesar de quienes gobiernan en municipios, estados y federación, tal y como siempre ha sido. Hoy no hay piedras que levantar, pero sí corazones que acunar y sostener; mujeres, hombres, niñas y niños a quienes urge ayuda para reconstruirse.

Que cada quien busque causas y cauces. Hay millones de personas que necesitan una mano amiga y por mucho que hayamos perdido, siempre hay también una oportunidad de dar. Niñas, niños y mujeres que necesitan medicamentos, trabajadoras domésticas sin ingreso, infantes en orfandad, personal sanitario que sin protección adecuada literalmente están dando la vida por todas y todos nosotros; una palabra de consuelo para los deudos…las necesidades están por doquier.

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