Publicado por Martha Chapa el 21 de Febrero de 2011 a las 8:53am
Cómo no recordar aquellos días en los que nos dejábamos seducir por las películas de Pedro Infante y Jorge Negrete.No sólo llenaban la pantalla cinematográfica, sino además inundaban nuestros hogares con sus canciones, las que interpretaban en sus películas y muchas otras que escuchábamos día con día. Porque tanto ellos como otros intérpretes ocupaban el espacio auditivo en nuestros hogares, ya fuera que provinieran del aparato de radio o de esos legendarios discos de pasta de 78 revoluciones por minuto que se apilaban al lado del entonces moderno tocadiscos doméstico.En aquellos tiempos, aún siendo niños, no podríamos haber imaginado toda la infraestructura y andamiaje que con el tiempo llegaría a proyectar y sostener a la industria fílmica y fonográfica:Conforme crecimos y tomamos más conciencia de nuestro mundo, fuimos descubriendo grandes nombres que se mantenían más allá de las pantallas cinematográficas de nuestros barrios y, después, en los televisores de nuestros hogares.Sin embargo, el genio de algunos se impuso y así supimos no sólo de elencos de actores y actrices, sino que estuvimos al tanto de los créditos de quienes dirigían, escribían y musicalizaban estos filmes, o componían canciones y melodías que gozaba de una enorme aceptación popular.Así se reveló, con el tiempo, un hombre de inmenso e incontenible talento: Manuel Esperón. Un compositor que desde temprana edad descubrió en la música su vocación. Desde entonces se dedicó a aprenderla y cultivarla.Manuel Esperón abrió desde entonces espacios con su trabajo, disciplina e inspiración, hasta conformar una vasta obra de calidad excepcional, lo mismo como compositor de canciones inolvidables: Mía, No volveré, Ay Jalisco no te rajes y, desde luego, el himno de la lírica romántica mexicana que es Amorcito corazón. De igual forma, ahí quedan para el acervo histórico del cine mexicano las más de 500 películas que musicalizó con maestría.Hoy, el destino marca una línea en la dimensión terrenal y se lleva físicamente a ese gran mexicano.Pero quienes lo acompañamos al postrer homenaje que recibió en el Palacio de Bellas Artes, bien sabemos que su música es inmortal y la seguiremos escuchando, tocando o cantando per secula seculorum.Ahí, frente a su familia, sus amigos y el pueblo de México mismo, se interpretaron sus canciones más conocidas, con el acompañamiento de mariachi, como era natural. De verdad, fue conmovedor y estrujante.Recuerdo que tuve el privilegio de entrevistar a don Manuel Esperón en nuestra serie de televisión “El Sabor del Saber”, que se transmite por la TV Mexiquense, apenas hace unos meses. A manera de un homenaje póstumo, ahora transmitiremos de nueva cuenta el programa donde el maestro Esperón refulge con su sabia lucidez y su amor a la vida.Así como llegó a este mundo, prácticamente escuchando a su madre tocar el piano desde la primera niñez, lo dejó, impregnado de música, con ese caudal de composiciones que ya forman parte de las entrañas de la patria.Un abrazo inmenso y fraternal, de parte mía y de mi compañero Alejandro, a su distinguida y solidaria esposa Beatriz García, y a su familia toda. La tristeza nos invade pero la convicción de que su obra pervivirá nos da ánimos y nos hace agradecer el haber tenido entre nosotros al magnífico compositor y ser humano Manuel Esperón.e mail: enlachapa@prodigy.ne.mxwww.marthachapa.net
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