Publicado por Martha Chapa el 21 de Mayo de 2009 a las 11:36am
Junto al movimiento pictórico de la década de los treinta —Diego Rivera, Roberto Montenegro, Gerardo Murillo, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Francisco Goitia, entre los maestros de mayor renombre—; se registraron otros grandes expresiones artísticas en el mundo de las letras, la música, la danza, la cultura, las artes. Manifestaciones que provenían de lo más profundo y genuino del alma mexicana, que el porfirismo desdeñó o quiso evitar. Surgieron y en mucho por la acción decidida de José Vasconcelos, inspirador y motor de este renacimiento en las primeras décadas del siglo pasado.Recordemos por ejemplo la música de Manuel M. Ponce o bien canciones de otros autores mexicanos de aquel tiempo, que animaron la vida social, a veces con melancólicas y lánguidas letras o melodías, y hasta como lo dijo Agustín Lara, con trémulas angustias musicales.Y así, mujeres que permanecían ocultas en los rincones de su casa, que igual tañían la vihuela y cantaban, salieron a expresarse por las calles, en las ferias, en los parques públicos, en los teatros. Mujeres como Cachita Amador, zacatecana y primera esposa de Siqueiros, gran interprete de guitarra y linda voz; o Chabela Villaseñor, pintora, que además recreaba viejas canciones de Jalisco, de donde era oriunda.Una más, Concha Michel, a quien ahora quiero recordar especialmente, también jalisciense. Vino a la metrópoli, justipreciada ya por la provincia mexicana. Aquí, se suma al movimiento renovador mexicano guitarra en mano y con el corazón rebosante de inspiración. Tenía, dicen los que la oyeron, esa preciosa y sonora voz, que parece exigir el corrido de toda procedencia, género que cantó embelesada sobre todo piezas de la Revolución Mexicana y otros que venían desde 1810.Quería Concha Michel afirmar en la conciencia nacional el amor a la libertad, a la independencia, a la justicia, sin las cuales no hay patria posible. Era ella misma autora de letras y melodías; cantautores les llaman ahora. Letras y melodías nuestras que dentro del rigor y la fuerza del mensaje se colaba un eco de la vieja queja que se apodera de nuestra alma. Un recuerdo de Concha Michel que en su tiempo llamarían vocablos léperos, por tanto vedado, pero ahora tan usuales y aceptados hasta en boca de los niños y las niñas: Por ejemplo la canción “El agrarista”.Aquellas palabrotas, en esa mujer adquirían encanto, entre tonos bravíos, pero no amargas ni rudas. Sus cantos se elevaban como si fueran blancas palomas con alas extendidas. Nos llevaba al pasado, a días lejanos entre la magia de letras y música que alargaban dos estados.Viene a tema también la mención de libro: Haciendo el amor con música, de D.H. Lawrence, donde el autor expresa la siguiente tesis:“…las ideas de una generación se convierten en los instintos de la próxima.Todos nosotros somos, en gran parte, las ideas materializadas de nuestras abuelas y, sin saberlo, nos comportamos de tal forma. Es extraño que el injerto obre tan velozmente, pero así es. Si las ideas cambian con rapidez, habrá una transformación correlativamente rápida en la humanidad. Nos convertimos en lo que pensamos. Peor aún, nos hemos convertido en lo que pensaban nuestras abuelas. Y los hijos de nuestros hijos se convertirán en las cosas lamentables que nosotros estamos pensando. Lo cual es la caída psicológica de los pecados de los padres sobre los hijos. Porque nosotros nos convertimos simplemente en los pensamientos elevados o hermosos de nuestras abuelas. ¡Ay, no! Somos la encarnación de las ideas más potentes de nuestros progenitores, y esas ideas que no deben ser reconocidas en público, sino trasmitidas como instintos y como dinámica de la conducta hasta la tercera y la cuarta generación. ¡Ay, de las cosas sobre las cuales cavilaron en secreto nuestras abuelas y que desearon en privado! Esas cosas somos nosotros. ¿Qué desearon y quisieron nuestras abuelas? Hay algo indudable y es esto: quisieron que les hicieran el amor con música. Quisieron que el hombre no fuese un ser vulgar que se precipitara hacia su objetivo y se acabó. Quisieron que resonaran melodías celestiales mientras él las tomaba de la mano y que irrumpiera un nuevo movimiento musical cuando les rodeara la cintura con el brazo. La música debía remontarse con infinitas variaciones, de un nivel al otro del galanteo, en deliciosa danza, las dos cosas inextricables, las dos personas también. Para terminar, naturalmente, antes de la llamada consumación del galanteo que para nuestras abuelas en su sueño y, por lo tanto, para nosotros en la realidad, es el gran anticlímax. No una consumación, sino un humillante anticlímax. Esto es el llamado acto del amor en sí, el verdadero eje de todo el tema discutido: un anticlímax humillante. El tema discutido, desde luego, es el sexo. El sexo es muy encantador y muy delicioso mientras se hace el amor con música y se camina sobre las nubes con Shelley, en un two step”.Hasta aquí, el gran escritor, pero inspiradas en su pensamiento, invitemos a las mujeres de hoy que componen y cantan, que recuerden y reivindique a sus abuelas o a sus mamás. A evocar ese México que en ocasiones sentimos lejano, distante, que ya se nos fue. Recuperémoslo auque quizá se nos antoje un tanto imposible.Martha Chapae mail: enlachapa@prodigy.net mx
Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –
Claro a nosostras nos toca despertar a esos hombres en la sensualidad, y llevar de la mano a lo que nos gustaria hacer y como hacer, y que se den cuenta que también son seres sensibles y que pueden disfrutar de algo tan sublime y maravilloso y hacer a un lado su machismo y hombría que no les permite expresar todo su sentir divinamente en tan maravilloso acto, y darse la oportunidad de conocerse a otro nivel superior mas intenso, más interno.
Estimada Martha,
¡qué bello lo que aquí nos compartes! Además que profunda reflexión nos invitas a hacer en cuanto a retomar aquello que nuestras ancestras nos enseñaron, en muchas formas, de muchas maneras y en muchos sentidos. Me gusta la idea de saber que en el hoy, se manifiestan los bellos deseos de nuestras abuelas, que querían vernos felices, sanas, (hablando de mujeres) contentas y libres. Pues bien ellas abrieron los primeros caminos para que la generación de hoy, pudieramos apreciarlos y sobre todo, caminarlos con firmeza y con valor.
La combinación de la música con el amor, me parece del todo exquisito, romántico por supuesto y sumamente sensual, una danza que se antoja disfrutar con un hombre sensible también, para que ambos puedan volar como esas palomas que bien describes, con las alas volcadas libremente al viento.
Es un verdadero honor para mí, estimada Martha, compartir este espacio cibernético con una mujer de tu talla. Recibe un respetuoso abrazo y mi más sincera admiración.
Comentarios
¡qué bello lo que aquí nos compartes! Además que profunda reflexión nos invitas a hacer en cuanto a retomar aquello que nuestras ancestras nos enseñaron, en muchas formas, de muchas maneras y en muchos sentidos. Me gusta la idea de saber que en el hoy, se manifiestan los bellos deseos de nuestras abuelas, que querían vernos felices, sanas, (hablando de mujeres) contentas y libres. Pues bien ellas abrieron los primeros caminos para que la generación de hoy, pudieramos apreciarlos y sobre todo, caminarlos con firmeza y con valor.
La combinación de la música con el amor, me parece del todo exquisito, romántico por supuesto y sumamente sensual, una danza que se antoja disfrutar con un hombre sensible también, para que ambos puedan volar como esas palomas que bien describes, con las alas volcadas libremente al viento.
Es un verdadero honor para mí, estimada Martha, compartir este espacio cibernético con una mujer de tu talla. Recibe un respetuoso abrazo y mi más sincera admiración.