MUJERES MALTRATADAS, HOMBRES MALTRATADORES

Hoy 25 de noviembre la ONU conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Por esta razón es necesario reflexionar en torno al tema de las mujeres maltratadas y los hombres maltratadores. A continuación, una parte de la presentación que hice en Mérida del libro que lleva este título: En la actualidad, el tema de la violencia es cotidiano y a diario se presenta en los medios de comunicación. El incremento en los índices de violencia sucede tanto en México como en los países del resto del mundo. La violencia es un fenómeno multideterminado, es decir, hay varias causas que la producen y promueven su efecto. Una sola causa, una sola explicación, no es suficiente.

En México, la desintegración familiar, la agresión intrafamiliar, el bullying, el ciberbullying y otros factores incrementan la violencia en la persona; tales como la inseguridad, el robo, el asalto, el secuestro y la psicopatología de los valores existentes, amén de la despersonificación de los seres humanos. La muerte se convirtió en una estadística, no en un dolor humano.

La agresión se refiere a una pulsión, es decir, tiene un componente biológico-hereditario, que mueve al sujeto, de manera momentánea o sistemática, a actuar de manera hostil para la realización de sus objetivos personales; la agresión es activa, es una necesidad, es una emoción, que implica el tratar a otros individuos como si fueran simples objetos que pueden ser usados, pues corresponde a procesos primarios en donde las personas son indiferenciadas. Así como lo señala la Dra. Rosado y Rosado en el libro Mujeres Maltratadas, Hombres Maltratadores: “El hombre maltratador tiene dificultades para reconocer a la mujer como un ser independiente con sus propias necesidades y, más aún, con deseos propios. Esta negación del deseo femenino es la clara manifestación de que ella, “su mujer”, no puede dar cabida a un ser independiente…:”. Pero también en cuanto pulsión, la agresión es sublimable y es una energía que puede usarse para construir, para crear, para restaurar, para transformar, proceso que fracasa en el hombre maltratador.

La violencia es una conducta excesiva del ser humano, que por lo tanto no conoce límites.  Una persona violenta abusa del bien propio y del ajeno, no conoce ni fronteras ni mesura.

La violencia es el empleo de la fuerza para alcanzar un objetivo, es una coacción que se hace sobre otro u otros ya sea por la fuerza, la amenaza, la intimidación o diferentes formas de presión psicológica. Es el empleo abusivo de la fuerza con rechazo de la ley, el derecho y la dignidad de la persona (Ander-Egg, 1984).

La investigación en psicología de la violencia distingue dos formas de percibir al ser humano: como semejante y como cosa; en la primera se aplica al otro lo que se aplica a sí mismo, en la segunda, las relaciones establecidas con él se rigen desde las necesidades de la propia supervivencia o la utilidad.

Cuando se percibe al otro como un igual o semejante, no se puede justificar la violencia contra él, ni ética, ni física, ni psicológicamente, sólo se explicaría bajo estados de psicopatología grave. Se puede describir al hombre maltratador por su temor a ser abandonado y en un tipo de apego neurótico, maltrata a la mujer en un intento de retenerla con afectos agresivos tales como el odio, la ira y el resentimiento. El maltratador psicopático suele mostrar su enojo no solamente hacia su pareja sino también a otras personas del círculo social o laboral y difícilmente toma conciencia de los procesos de socialización cultural tales como los roles, estereotipos y sexismo que sustentan el maltrato. Es decir que difícilmente habrá una toma de conciencia de enfermedad de parte de los hombres maltratadores con un funcionamiento psicopático.

Algunas formas de maltrato que perpetran los hombres contra las mujeres son:

a) manifestaciones preverbales (ojos fijos, mostrar los dientes, gestos de desprecio y de cólera, piernas abiertas, manos apretadas, etc.),

b) manifestaciones verbales (ironía, sarcasmo, burla, insultos, amedrentamiento, amenaza, chantajes, coprolalia),

c) manifestaciones físicas (fuerza física que causa daño, enfermedad, tales como empujones, pellizcos, patadas, golpes que producen graves lesiones o la muerte)

d) manifestaciones de maltrato psicológico (insultos, mentiras, decepciones, burlas, cuestionar, acusar falsamente, ignorar sus necesidades, explotación, negligencia que reduce el potencial creativo, el desarrollo de facultades y procesos mentales de la víctima tales como inteligencia, memoria, percepción, atención, imaginación y moral, que no le permite entender y manejar su medio ambiente, la confunde y atemoriza haciéndola vulnerable e insegura). Otra manifestación de este tipo de abuso, es el desequilibrio de poder entre las partes  desequilibrio que puede ser y -de hecho  generalmente es- subjetivo, de tal manera de que sólo es entendible desde los códigos interpersonales de la relación, de los significados simbólicos de los eventos, actitudes, gestos, etc. vividos y entendidos solamente en y por la pareja…en los casos de abuso psicológico, los cuales son los más frecuentes y como ya se comentó, el maltrato psicológico no siempre es objetivable para el observador externo y sólo cobra sentido dentro de la comunicación y los significados subjetivos compartidos por la pareja

e) abuso sexual,

f) maltrato institucional (violando sus derechos humanos básicos),

g) abuso económico (exclusión a la mujer de decisiones financieras, no dar suficiente dinero para cubrir necesidades básicas, etc),

h) abuso social (descalificar a la pareja y restarle autoridad frente a los hijos, aislar a la pareja social y familiarmente, descalificarla, discriminarla, etc.) (González Núñez, Nahoul y Zuvire, 2005).

 

Se trata a la mujer, como un enemigo, infrahumano y objeto del cual el hombre se tiene que defender mediante el ataque.

En el hombre maltratador predomina el impulso tanático cuando maltrata a su pareja, no obstante, éste es reprimido, cuando se encuentra frente a otras personas como otros hombres, amigos cercanos, compañeros/as de trabajo, ante los cuales sale a flote la pulsión, la empatía  y el encanto personal, en la búsqueda de afecto y reconocimiento y con las personas cercanas a su pareja maltratada, buscando descalificarla.

 

Por otra parte, la Teoría del Aprendizaje e Imitación Social ha sobresalido como uno de los enfoques más fructíferos para la psicología social de la agresión. Esta posición argumenta que la conducta del hombre maltratador, en este caso, no puede explicarse solamente por factores hereditarios o fuerzas internas, destaca lo importante que son las influencias ambientales; planteando qué tanto la conducta influye en el medio ambiente como de manera inversa.

En este sentido se habla de que la misma educación en el hogar parece ir acorde con lo expresado anteriormente, al niño el padre que es muy punitivo le proporciona un modelo agresivo que influye más que el efecto del castigo mismo; esto es, el niño aprenderá que es aceptable la agresión, el uso de la fuerza física puede utilizarse para alcanzar las metas deseadas. Es así que los hombres golpeadores,  tuvieron un padre que los maltrató física y emocionalmente, fueron golpeados, rechazados y avergonzados, sufrieron humillaciones y castigos, mostrando que su conducta adulta de maltrato hacia la mujer fue aprendida de sus propios padres.

 

En los grupos de ayuda y reflexión con hombres maltratadores, si bien es cierto que los que muestran más adherencia son aquellos que han perdido a su esposa o pareja y familia, parcial o totalmente,  también son quienes narran experiencias más dolorosas de culpa y arrepentimiento, generalmente tras una cortina o máscara de enojo, ira y frustración hacia la pareja.

 

La masculinidad es una construcción social con diferentes mitos y creencias que dan sustento a la socialización del hombre, mismos que constituyen el modelo masculino tradicional y que se vuelven trampas para reflexionar acerca de lo que verdaderamente es ser hombre. Es necesario combatir el mito de que el hombre no debe expresar sus afectos pues esto merma su virilidad. Hay que construir un nuevo modelo masculino basado no en estereotipos sino en roles compartidos con la mujer.   Se trata de una nueva masculinidad que consiste en una nueva actitud frente a la vida. Es una forma de asumir la compleja sociedad de esta época, de educar a los hijos y de armonizar los asuntos laborales que determinan una parte importante del equilibrio de las parejas actualmente.

 

El acceso que hemos tenido las mujeres al desarrollo académico y profesional  y la posibilidad de ejercer otros roles así como de gozar de la igualdad frente al hombre solamente es una realidad cuando existe la verdadera igualdad de trato, de respeto, de reconocimiento de su integridad. El verdadero empoderamiento de las mujeres tiene lugar cuando pueden vivir libres de violencia, cuando se valora su aporte emocional e intelectual a la vida familiar y comunitaria y cuando puede desplegar sus potencialidades y su creatividad plenamente sin miedo a las represalias o al castigo de los hombres vulnerables.

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Comentarios

  • Yo me se una nueva, mi padre; nos golpeo, humillo y desprecio toda nuestra infancia, de estupidas e inutiles no pasamos ninguna de sus tres hijas y mi madre, nos dejo de ver toda nuestra adolecencia y juventud y ahora de repente nos a demandado una pensión alimenticia, cuando él cuando se fue´en nuestra infancia, no se ocupo de nuestra manutención, ni educación, cuando fui hablar con él, me dijo "no necesito nada en realidad, tengo mis medios de manutención y mi casa, hago esto por que ustedes nunca me vienen a ver y porque es un privilegio que la ley me otorga"

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