Publicado por Rafael Reséndiz el 16 de Noviembre de 2009 a las 7:01am
Mujeres, gracias por existirRafael Reséndiz GonzálezA la mujer hay que amarla, no comprenderla.Eso es lo primero que hay que comprenderNos enseñaron en la escuela que la familia es la célula básica de la sociedad. Aprendimos también que es el conjunto de familias lo que le da cuerpo y forma al municipio, base del estado y de la Nación.Pero, ¿cuál es el centro de la familia? sin duda que es la mujer el núcleo mismo. Es en ella donde recaen muchas de las funciones que ha de cumplir este conjunto de seres humanos para que el municipio, el estado y el país se desarrollen armónicamente. Es por ello que en la actualidad se dice que es la desintegración familiar una de las principales causas de la creciente violencia social.La mujer cumple en el seno familiar la función de ser madre, esposa, de llevar a casa el ingreso económico para la manutención de todos los miembros, incluso la del propio varón. Y si además agregamos que cada día son más las madres solteras, entonces la función de la mujer es por demás elemental en el hogar. Es por ello que el sexo femenino, que nada tiene de débil, es el cimiento de la familia.Es la mujer la que ofrece al no nato su vientre calido y seguro para su desarrollo; la que le brinda al recién nacido la primera caricia; la que da protección y cariño al vástago que ayer llevo en sus entrañas, la que lo alimenta, lo viste y guía en su camino por esta vida. Es ella, no otra, la que se entrega, enamorada, al joven que le ofrece las estrellas, el mundo; la que frente a Dios y ante el juez ofrece fidelidad al hombre con quien habrá unirse para formar una familia y preservar la especie; la que se compromete a cuidar los bienes que aquel ha de proveer para la manutención del hogar.La mujer de hoy, es la niña que soñó con estudiar una profesión que le diera la satisfacción de ser alguien en la vida; es la feroz enemiga de la que apenas ayer era su mejor amiga; la que ya no se deja y que sabe que para alcanzar un mejor ingreso hay que trabajar duro y ser mejor día con día; la que dice no y denuncia al amigo, al compañero de trabajo, al jefe, por acoso sexual o prefiere renunciar a enlodar su nombre y el de otras mujeres más. Es la presidenta municipal, la gobernadora; la capitana de la empresa más exitosa en su ramo, la precandidata a la presidencia del país más poderoso del mundo; la pareja empoderada del ex presidente; la presidenta de Argentina.Es la musa inspiradora de compositores como Armando Manzanero que la busca cada amanecer, que la añora viendo llover tras la ventana, que aprendió de ella las mejores cosas de este mundo; de Alejandro Filio que la mira caminar sin rastro y que lo deslumbra; de Ricardo Arjona que la viste de azul para opacar el cielo, que agradece a Dios por haberlas inventado al ver al hombre solo, que le dice a la mujer de las cuatro décadas que el tiempo no ha marchitado su sensualidad; la que presume Albert Hammond cuando responde que tiene toda una mujer que lo ha cambiado y que hoy vive sólo para ella; la que no necesita deshojar noche a noche una margarita para quererla a pesar de sus demasiados huesos, que es la gloria vestida de tul no importa que sea sólo un maniquí, de Serrat. La inspiración para escribir estas líneas.Es la que con un roce de su piel, con beso, nos lleva a vivir las más hermosas sensaciones para luego caer rendidos a sus pies; la que nos toma de la mano y nos impulsa a creer en nosotros, la que no está atrás o delante del hijo, del novio, del esposo, sino a su lado aconsejándole, consolándole, riéndose, sufriendo solidaria sus penas, amándole como sólo ella sabe. La que sufre si le somos infieles, si aunque sea de reojo miramos a otra; la que ayer nos llevaba a la Gloria, hoy nos puede mandar directo al infierno si así le apetece sin mediar razón aparente, sólo porque ella así lo quiere, total, es mujer.¡Benditas mujeres!, sin ustedes la casa no sería un hogar, sin su gran corazón no habría perdón; sin ustedes nuestra sociedad caminaría sin rumbo, sin sentido; son el color y el aroma de la vida; sin su ser inquebrantable no tendríamos fuerzas para vivir, no existiríamos; así se les quiere, altas, bajitas, llenitas, delgadas; rubias, morenas, pelirrojas; tiernas, dulces, tiranas, crueles y orgullosas. Así las queremos, así nos hacen felices, así son ustedes y no hay más que entender, sino amarlas y punto. ¡Mujeres, gracias por existir!
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