Publicado por Martha Chapa el 8 de Septiembre de 2009 a las 8:50am
No resisto la tentación de platicarles mis observaciones sobre un tema que, por repetitivo, me pareció curioso. Quise ahondar en él, sobre todo después de escucharlo de amigos casados con mujeres cultas y famosas, o alguna de las dos cosas (o que son sus compañeros, como se acostumbra ahora). Resulta que todos coinciden en que requieren de una gran seguridad en sí mismos, a prueba de lo que sea; de una gran templanza para sobrellevar la torpeza de muchas personas —sobre todo hombres— que no resisten la oportunidad, por tontería, estupidez o vanidad, de impresionar a la mujer famosa, haciéndola objeto de sus devaneos, sátiras o comentarios generalmente tontos y vacuos, o simplemente importunándola para que ella hable de su vida.Les he preguntado por qué es diferente el papel de compañero de una mujer famosa al de compañera de un hombre famoso. Responden que el segundo se ha dado siempre en la historia y que es consustancial a la vida social: ella se puede vestir bien, verse adorable y, permaneciendo callada, pero seductora, atraer las miradas y ser objeto de atenciones, halagos y cortesías. Por otro lado, todos van a tratar de que permanezca junto a su esposo en los actos públicos, porque hasta lo adorna con su presencia.En cambio, el compañero de la culta y famosa tiende a ser minimizado. Se le ve como un arribista que aprovecha la fama de su mujer para disfrutar de sus triunfos. Nadie se preocupa de que esté a su lado, de darle atenciones, más aún si ella es atractiva. Se vuelve una especie de estorbo. Los hombres que quisieran acercarse a ella lo ven con coraje, hasta con celo y molestia. No puede explicar públicamente que tiene sus propios valores, que realmente ha sido víctima del amor. Tiene que soportar, sonriente, mudo, que su mujer, su amor, sea arrastrada por esa multitud llena de intereses y vanidades. Él, empujado, arrinconado, debe hacer gala de un gran equilibrio emocional. La mujer, que sin duda disfruta su triunfo y siente halagada su vanidad, sucumbe ante la fama; piensa que él puede y debe resistir, ya que así fue acordado tácita o expresamente. Cree que pasará el instante triunfal y se encontrarán cariñosamente en la habitación, donde podrá ratificarle la seguridad de su amor.Existen sin duda diferentes tipos de mujeres famosas y cultas. Las hay vanidosas, insoportables, pagadas de sí, a las que el amor no les llega; es un artificio, quieren al compañero sólo para no estar solas. Hay otras que jamás se afirman como mujeres y creen que nadie las merece; quizá sólo deseen a su lado un semental, un hombre con dotes sexuales que satisfaga una necesidad fisiológica. Por supuesto, las hay llenas de ternura, bondadosas, que sucumben también a la fama, a los halagos, pero con sinceridad desean un compañero con quien compartir la existencia; un brazo al que asirse, un consejero seguro y amoroso. Quizá cuando están en la vorágine no alcancen a percibir la aflicción de su pareja, el trabajo que le cuesta ubicarse en un escenario donde no quiere estar.Por otra parte, él debe aprender a recibir dos tipos de agresiones, y ella a resistirlas o explicarlas: la lluvia de mensajes, misivas, flores, llamadas telefónicas, recados de amigas alcahuetas; y los mensajes al oído: “no te comprometas”, “que necesidad tienes”, “te quiere cooptar”, “quiere tu fama, tus relaciones o tu dinero”, “quiere su propio ascenso”. ¡Y cuidado con que la famosa piense en casarse con su pareja actual!: “no hagas esa barbaridad”, “tú que necesidad tienes”, “te va a encerrar”. Lo que menos importa son los sentimientos de la mujer famosa.¡Ah!, pero si la famosa es culta, o se preocupa por las cuestiones de la cultura, pobre de su compañero, porque tendrá que soportar las miradas de una infinidad de cargantes con aureola de cultos, de vacas sagradas de la cultura, aunque estén llenos de frustraciones. Entonces, salvo honrosas excepciones, lo observarán inquisitorialmente, fustigándolo con el látigo del desprecio, haciéndole plática por compromiso, tratando de exhibir su erudición porque se piensa que tiene que ser un ignorante de siete suelas, ya que está dispuesto a correr con ese papelito. Al vilipendiado acompañante no le queda más remedio que, de vez en vez, adueñarse de la plática, queriendo mostrar su cultura u otros encantos o habilidades.No sé si mis amigos tengan razón, pero me hicieron reflexionar; tanto que aquí me tienen, escribiendo sobre este asunto porque a final de cuentas se trata de mujeres cultas y famosas.
Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –
me encanta el resumen de esto, es cierto mucho de lo que aqui se dice yo con mi pareje hemos competido en cuestiones laborales, y por cuestion divina ha habido ocaciones en que e destacado mas yo con mi trabajo q el y desgradiadamente para los hombres no esbien visto el que tengan una mujer que casi siempre logre mas que ellos, siempre lo ven como guerra de poder y me pregunto de donde viene la frase detras de una gran hombre siempre hay una gran mujer. por que no aceptan esto como triunfo compartido por que en nuestro caso detras de una exitosa mujer hay un gran hombre¡
respetando yo opino y creo que en todo hay un equilibrio seas hombre o mujer culta o famosa ningun ser humano crece siendo descalificado"con palabras o hechos.....y a veces en relaciones de pareja....esto pasa. crece uno en el ambito que sea religioso artístico politico, empresarial.etc y si el otro no sigue esa meta se queda como sumisa (mujer).o mandilon (hombre). se nesecita tener las mismas metas o sueños o crecer cada uno en lo que deses teniendo su espacio .pero sin perder esa comunicacion . ese respeto y compromiso con la pareja.y sobre todo se nesesitaria humildad del famos@......para no echar en cara logros o dinero o cosas materiales al otro ser humilde para verlo como lo que es su pareja usar la empatia y digo humilidad de esa del corazon no de victimes o como que te cuesta pero lo haces etc
eso opino , respetando todas las opiniones gracias un besso
Comentarios
eso opino , respetando todas las opiniones gracias un besso