MUJER RETOMA TUS VALORES

 

La mujer, desde su naturaleza, muestra la virtud de promover vida, pues es capaz de poner a disposición un óvulo para ser fecundado y de ahí hacerse cargo, dentro de su propio cuerpo proporcionar los elementos necesarios para que a través del tiempo bajo un proceso biológico, el feto vaya adquiriendo forma y evolucione, transformándose en un ser vivo, lleno de capacidades en potencia para afrontar la vida.

Sin embargo, sabemos que el ser humano es el único animal que requiere de cuidados especiales, protección por mucho tiempo para poder sobrevivir, y es ahí cuando entra en juego tanto la paternidad como la maternidad. En cuanto a la madre, ésta tiene la facultad de transformar también su propio cuerpo para nutrir física, psicológica, emocional y espiritualmente al bebé por medio del maravilloso acto de amamantar (ama-mantar “manantial de amor”). Y a partir de ahí surge un proceso de nutrición integral que durará años, para convertir a ese ser humano en una persona, un individuo único, irrepetible, capaz de ser consciente de su propia grandeza, de aprender a ser libre para elegir acciones ante los dilemas que le presente la vida; también, de aprender a asumir la responsabilidad de su propia existencia como de las consecuencias de sus decisiones, atinadas o desatinadas, de ser lo suficientemente flexible para adaptarse a las condiciones que su entorno pudiera imponerle y así transformarse a sí mismo, de reconocer que al vivir en sociedad asume el compromiso de servir a otros para encausar su sentido de vida y finalmente ser el camino para aprender a amar la vida y todo lo que conlleva ésta.

De esta manera, en ese proceso amoroso y delicado de educar al hijo, la mujer se va convirtiendo día a día  en la hacedora del hogar,  no por el quehacer doméstico, sino porque es ella, la constructora que le da auge y brillo a la dinámica familiar como al sano desarrollo de sus miembros incluyendo a su cónyuge, donde ella es portadora de ese bienestar a través de vivir en la convivencia cotidiana los más altos valores como el Amor, Respeto, Responsabilidad, Justicia, Libertad, Bondad, Honestidad, Belleza dentro del mismo seno familiar, convirtiéndose a la vez en la luz e inspiración de todos sus miembros.

La ventaja espiritual femenina es una realidad, dado que las madres tienen un deseo innato de compartir y mantener un hogar más amable y amoroso, mientras el hombre es nómada y guerrero por naturaleza. Son ellas las que manifiestan el amor, la bondad y la ternura a lo largo de la historia, pues hay un sinnúmero de casos en el que ante un problema que requiere solución a través de la manifestación de la luz, es una mujer la que aporta la solución. En casi todas las grandes crisis, sabemos que ha participado de alguna forma una mujer para corregir el rumbo de los acontecimientos.

 

Como dice Karen Berg en su libro “Dios Usa Lápiz Labial”, <<la mayor luz del mundo siempre ha venido a través de las manos de una mujer>>, es por ello, que me invade un profundo anhelo de que las mujeres tomemos conciencia de nuestro rol y hagamos el esfuerzo por dignificar nuestra persona a través de la congruencia y consistencia de vivir los valores día con día, de darnos el espacio y tiempo para clarificar lo que para cada una de nosotras  tiene importancia y diseñar la estrategia y acciones que nos lleven a promover lo mejor de nosotras, no obstante de las historias de cada quien, pues de nosotras dependerá el sano, armonioso y significativo proceder de nuestros seres queridos y la conformación constructiva y plena de sus vidas

A ti mujer, y como yo mujer, te invito a que hagas una mirada interior, que descubras el maravilloso ser que eres, muy al margen de tu historia, pues por más pobreza económica, académica, afectiva, física, social que hayas vivido, tu espíritu, tu alma, tu humanidad, tu luz está íntegra, al estar por encima de toda situación externa, pues en tu interior siempre han residido los recursos más que suficientes para rediseñarte, revalorarte, dignificarte y realizarte, pues ese es tu derecho, y yo diría también, tu obligación, por lo que no te permitas caer en actos que te denigren, traicionándote a ti misma y que a su vez, afectes a seres alrededor llevando a tu vida a un nivel miserable. 

No estoy para juzgarte, pues puede ser que hayas cometido errores en el pasado o estés pasando por alguna circunstancia difícil de afrontar y no saber qué hacer al respecto, sin embargo, recuerda que la fuerza física se mide por lo que puedes cargar, y la fuerza espiritual por lo que puede soportar, aprender, atreverte a cambiar y trascender.  Así que no importa lo que hayas hecho en el pasado o en lo que te estés equivocando en el presente, tú tienes la facultad de decidir hoy cambiar, de tomar la resolución de ser diferente, de poner límites, de concluir con alguna relación destructiva, de cambiar de profesión, de pedir ayuda profesional para modificar hábitos destructivos y tener el coraje de afrontar el precio que implicará ese cambio, que a la larga te traerá bienestar, armonía y paz interior y así enseñar con el ejemplo de que se puede uno transformar. ¡Haz algo por ti misma! ¡Muévete! ¡Actúa!

Ten en cuenta que <<la plenitud del individuo es el sustento de la pareja; la plenitud de la pareja es el sustento de la familia, la plenitud de la familia es el sustento de la sociedad y la plenitud de la sociedad es el sustento del individuo>>. ¡No estás sola!

¡MUJER, RETORNA A TUS VALORES!

 

Norma Alonso
Directora de Coaching
Grupo Impel

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Comentarios

  • gracias por compartir sabiduría con todas nosotras, gracias por existir y ser una gran maestra!

  • Mujeres y hombres compartimos valores, ambos somos luz y sombra, ser salvadoras unicas es una carga muy pesada, prefiero un mundo donde ambos generos tomen a la par obligaciones y derechos. Un abrazo.

  • cierto estoy en proceso de cambio, saludos

  • La valentia de Transformarnos  es un Acto de AMOR  a nosotras misma. Animo a todas¡¡¡¡¡¡

  • GRACIAS   MUY CIERTAS TUS PALABRAS.

  • Querida Norma:

    Parece que este artículo lo hubieras escrito especialmete para mí.

    Gracias.

    Josefina

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