Las Fiestas del Pitic 2012 se han convertido en una referencia social y cultural de gran atractivo.
Este encuentro, en su décima edición, ha sido todo un éxito por su intensidad y belleza. A partir del 24 de mayo personas de todas las edades y condiciones sociales se han volcado a esas celebraciones creadas para recordar el aniversario de la fundación de Hermosillo (antes llamada Villa del Pitic). Recordemos que la palabra Pitic proviene de la lengua pima que significa “confluencia de ríos” o “lugar donde se juntan dos ríos”. La fiesta durará con toda su intensidad hasta el día 27.
Hace un par de años tuve la oportunidad de asistir para presentar un libro de mi autoría y constaté que las principales calles, de igual forma que las plazas y avenidas del Centro Histórico de Hermosillo, lucían rebosantes de arte, cultura, alegría y concordia. En esa ocasión vi llegar personas lo mismo de diversos puntos del estado que de entidades vecinas, como Sinaloa, así como del otro lado de la frontera, como es el caso de Arizona.
Como en otras ocasiones, todos los eventos de esta colorida Fiesta son gratuitos, aunque existe una modalidad interesante de retribución, meramente simbólica, por parte de los asistentes: para asistir al llamado “Escenario joven”, donde se presentan músicos de gran arraigo entre adolescentes y jóvenes, de manera destacada el famoso grupo puertorriqueño de música urbana Calle 13, los asistentes deben aportar un kilo de frijol o de arroz –que irá al Centro de Alimentos– a cambio de una pulsera con la que es posible ingresar a los conciertos.
Las actividades comienzan desde las primeras horas de la tarde y duran hasta la medianoche. Tengo entendido que habrá más de 20 actividades diarias y se presentarán seis exposiciones de artes plásticas, entre ellas la mía. Se espera la asistencia de miles de personas que podrán elegir en una programación muy rica y diversa, que no solamente abarca lo estrictamente cultural, pues estas Fiestas del Pitic ya son consideradas todo un atractivo turístico.
En esta ocasión fueron invitados destacados representantes de la música en sus diversos géneros. Entre ellos, la gran Rosalía de Cuba, con sus contagiosos ritmos caribeños; los también cubanos Omara Portuondo y Pablo Milanés, con una presentación conjunta a la que han denominado Ida y vuelta; Armando Manzanero, Fernando de la Mora y Lila Downs en el espectáculo Mexicanos cantan, entre muchos otros. Ha habido también sesiones jazz; noches de cabaret –donde el jueves 24 Ceso Piña puso a bailar a los asistentes al ritmo de su acordeón–; música gospel con el famoso grupo de Gregory Hopkins, venido de Nueva York; ópera en la Plaza Zaragoza; espacios para los niños; muestras de cine y de teatro; presentaciones de libros, tertulias, conferencias de alto nivel y una muy atractiva Carpa del Danzón, en la Plaza Hidalgo.
En este marco tan esplendoroso me sentí muy contenta y honrada de participar. Más aún porque estuvimos ahí de manteles largos, pues mi exposición La multiplicación de los paraísos fue pensada como un final de fiestas.
Ahora les ofrecí unas “Manzanas de paz” para un mundo que se rebela frente a la locura de la violencia, el miedo y la falta de armonía. También en contra de la guerra que rinde tributo a una economía globalizadora y neoliberal, que privilegia los negocios armamentistas de las trasnacionales bélicas, que en su conjunto constituyen el ejemplo más patético y a la vez dramático del absurdo camino que una minoría pretende imponer al mundo en su empecinamiento autodestructivo y en la demencial carrera hacia el suicidio colectivo.
En cambio, la mayoría estamos convencidos de que la presencia de la mujer y el hombre en el planeta, la vida misma, puede y debe tener otro sentido que solo podrá desarrollarse en el marco de la fraternidad, el respeto, la concordia, las libertades, la equidad y la prosperidad común.
Por eso, mi reconocimiento a todas las autoridades que han hecho posible este magnífico encuentro y mi agradecimiento a Alejandro por llenarme de luz con su amor.
Ojalá este ejemplo se extienda pronto a otros municipios, dentro y fuera de Sonora, pues la cultura es un eficaz antídoto contra la violencia y un excelente tónico para estimular la salud social.
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