Publicado por Ana Giorgana el 24 de Febrero de 2013 a las 5:30pm
Desde que soy niña he escuchado por todas partes que tenemos que ayudar al prójimo y velar por su bienestar. Mi madre siempre ha sido una rescatadora de las causas perdidas. Ayuda a todos. No se detiene ante nada cuando se trata de injusticias y considera que esa es su labor social.
El impacto de esta situación en la vida familiar ha tomado dimensiones importantes:
a.- No se puede decir NO frente a los necesitados.
b.- Es necesario comprender a los demás desde todos los puntos de vista.
c.- Estar disponible a los otros cuando piden ayuda. Aún cuando este tipo de peticiones vaya en contra de ti mismo.
d.- La comprensión lo cura todo.
e.- La guía, el consejo y el dar a toda costa lo que el otro necesita para ayudar, para apoyarlo, para sacarlo de su condición.
Parece ser muy loable lo que mi madre hace para el bien de toda la humanidad que encuentra a su paso. Sin embargo, estas conductas de sacar al otro de sus condiciones, está muy bien, cuando el “otro” responde a la ayuda.
Sin embargo, parece que aquellas personas que se encuentran frente a modelos maternales de esta naturaleza, generalmente:
- Buscan parejas que se muestran desvalidas a las que es necesario ayudar: en lo económico, en alguna adicción, en sus trabajos, en sus proyectos.
- Salvarlos o rescatarlos a toda costa. Porque sí la madre se afana en salvar al mundo, entonces, con más razón a la pareja, a alguien a quién se le ama tanto.
Lamentablemente con toda la buena disposición que esta madre pueda tener de vivir para los demás, claro también es cierto, que esos demás se encuentran dentro del entorno familiar. Pero se convierte por momentos en tiranía y control.
Conductas dependientes y hábitos de sumisión y de culpa.
Porque sí no te niegas a colaborar en sus peticiones de ayuda la culpa te carcome hasta los huesos.
No es casual que las necesidades propias se vean suprimidas frente a los otros. Esos otros se convierten en el eje y motor de de la existencia.
Se escuchan palabras desde niños, tales como:
- No seas egoísta.
- Haz el bien sin mirar a quién.
- Es mejor dar que recibir.
Y una serie de conductas que más allá de fortalecer la estima personal llevan a aplastar las necesidades, los gustos, los deseos. Cambiando y enalteciendo la cultura del sufrimiento, de ser víctimas y de no poder ser diferente a esa estructura de conceptos mal interpretados que no permiten una realización personal.
Cuando ese tipo de conductas se sustentan en dar una vuelta social, entonces, probablemente, nos convertimos en:
- Doctores.
- Restauradores.
- Abogados.
- Psicólogos.
- Trabajadores Sociales.
- Sacerdotes.
Se intenta dar una salida profesional y en hacer a este tipo de situaciones.
Sin embargo, en el ámbito familiar y de las relaciones se trastoca lo más profundo de la vida “ la individualidad”, “el respeto a sí mismo”, “ la capacidad de poner límites claros y asertivos”
No es casual encontrar parejas abusivas y controladoras que se sienten con el derecho de atropellar cualquier situación de ayuda, no la valoran, no la toman en cuenta. Una de esas relaciones es la codependencia.
Porque sí hemos estado sujetos a modelos de esta naturaleza, seguramente estaremos tratando de rescatarnos a nosotros mismos a través de nuestra propia existencia.
La madre ha encontrado una condición de vida que le da satisfacción, pero no necesariamente, tenemos que repetirla.
En situaciones de esta naturaleza y cuando no es una historia que deseamos vivir, o a empeñado nuestras aspiraciones, es importante recordar que la terapia en constelaciones familiares es una posibilidad.
La ayuda solo debe proporcionarse cuando haga una diferencia significativa en la vida del otro y siempre y cuando no nos perjudique el realizar ese acto de ayuda. De otro modo es una esclavitud. Gracias por el articulo.
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La ayuda solo debe proporcionarse cuando haga una diferencia significativa en la vida del otro y siempre y cuando no nos perjudique el realizar ese acto de ayuda. De otro modo es una esclavitud. Gracias por el articulo.