Hace unos días se presentó el libro Pensamiento y voz de mujeres indígenas en el Museo de la Mujer, un espacio creado para hacer visible el quehacer histórico de las mujeres mexicanas, que se logró concretar después de enormes esfuerzos encabezados por la maestra Patricia Galeana.
Me sentí muy contenta de haber podido colaborar de alguna manera con ella, al igual que muchas otras mujeres y hombres e instituciones, y me dio enorme gusto estar ahora en este lugar emblemático para la presentación de un libro tan significativo.
El Museo de la Mujer se ubica en el bello edificio de Bolivia 17, en el Centro Histórico de la capital de la república, donde se estableció en el siglo pasado la antigua Imprenta Universitaria. Su propósito es hacer una revisión de la historia de México con enfoque de género, desde la época prehispánica hasta nuestros días, con la finalidad de registrar la contribución de las mujeres en la construcción de la nación.
Así que difícilmente pudo haber un mejor escenario para la presentación de este libro, que es resultado del Concurso Internacional de Escritoras Indígenas, organizado entre 2011 y 2012, en el que participaron mujeres indígenas de diversos puntos del país con textos a través de los cuales expresaron sus experiencias y emociones.
Pensamiento y voz de mujeres indígenas fue coordinado por Carmen Moreno, Marina Anguiano y María de Lourdes Ros y editado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, el Foro Femenino Mujeres de México, la Unión de Organizaciones Sociales en Pro de los Derechos Humanos y la Fundación México Americana de Asistencia al Desarrollo, A.C.
Tuve el honor de ser una de las presentadoras de esta obra y en mi intervención afirmé que una lengua que no es hablada o escrita tiende dolorosamente a la desaparición.
Por eso, debemos estar sumamente agradecidas con las talentosas mujeres indígenas de nuestro país porque al defender su idioma –es decir su identidad, su modo de ser y concebir su mundo y al mundo– defienden a México y su prodigiosa cultura. Aún más: la rescatan y enriquecen.
En este caso, las mujeres indígenas participaron con sus poesías cuentos y relatos, que de verdad son extraordinarios y reveladores. A través de su palabra escrita no sólo expresan sus anhelos, reclamos, dolencias o avances, sino que enriquecen su idioma y las letras nacionales, además de que dan testimonio y voz a sus pueblos y a la propia nación mexicana.
A propósito, viene a mi mente ese excepcional libro del ameritado antropólogo Guillermo Bonfil, México profundo, que nos recuerda la vigencia y vitalidad de nuestros grandiosos pueblos y culturas indígenas.
De verdad me sentí muy orgullosa de mis congéneres y de sus evidentes atributos: lucidez, creatividad, valentía y decisión. Y valoro como un verdadero privilegio la invitación que me hicieran para que una pintura de mi autoría fuera la portada de este importante libro.
Debo expresar de nueva cuenta mi admiración por Carmen Moreno porque es una mujer apasionada y comprometida que ha trabajado incansablemente a favor de los derechos de la mujer. De igual forma, reconozco a Marina Anguiano, María de Lourdes Ross y Eliana Godoy, que contribuyeron de forma importante en esta obra. También es justo valorar a las instituciones que respaldan y se suman a tan elevados y trascendentes propósitos. De manera particular fue digna de encomio la convocatoria que hicieran para la realización del concurso que dio origen a esta obra. Si tuviera que definirlo en unas cuantas palabras diría que son todo un gran ejemplo para las mujeres y para los hombres.
A través de las páginas del libro brillan lo mismo diversas historias de vida que pueden conllevar fuertes dramas personales que conmueven y obligan a la acción conjunta y solidaria, que exigencias, alegrías o logros que por igual debemos compartir y gozar con las autoras. Ahí aparece también esa diversidad de idiomas y temas que enaltecen e imprimen nuestro rostro pluriétnico y pluricultural.
Y aun cuando en esta ocasión se premió la palabra escrita, no dejo de aludir a ese talento deslumbrante que han mostrado una y otra vez diversos artistas plásticos surgidos ayer y hoy de nuestras comunidades indígenas o con fuerte raigambre étnico y que son glorias nacionales, excelsos artistas cuya obra ha enriquecido nuestro patrimonio cultural.
México reconoce su destino en lo que piensa, escribe, pinta, es decir, en sus creadoras. La cultura genera y representa lo que somos; de igual forma, nos traduce, desentraña y alumbra nuestras conciencias hasta convertirse, como en esta obra conmovedora, en voces tan melodiosas como contundentes.
En fin, un gran abrazo cariñoso y fraternal a todas esas mujeres por lo que han resistido y han aportado: son mexicanas fuera de serie.
Que la luz las acompañe siempre.
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Comentarios
Hola....qué gusto ver que toman en cuenta también lo que las mujeres indígenas quieren expresar.
Hace como un mes y medio hicieron la presentación de éste mismo libro en el Museo de Antropología en una feria del libro que hubo del 27-Sept- al 07-Oct-12
Acompañé a una amiga que es maestra de bachilleres de una de las escritoras y ex maestra de la otra, originarias de Quintana Roo; una se llama Diana Mireya Tun B. y la otra Suemi Y. May N.
Para mí fué muy emotivo acompañarlas en un momento tan importante para ellas, y emocionada que casi paisanas mías hayan sido parte del contenido del libro.
A ellas no las conocía, y puedo decir que son unas personas seguras de sí mismas y muy orgullosas de sus raíces.
Un saludo al Estado de Quintana Roo de alguien originaria de Yucatán...yo