Un desasosiego te recorre el alma. No puedes hacer como que no pasa nada, porque ahí están esas sensaciones más fuertes y más vivas que nunca. El dolor oculto tras la cara de mujer feliz.
Esa angustia fría y sudorosa que aparece en cuanto abres los ojos por la mañana y sabes que te tienes que levantar. Así empieza tu día, con la certeza de que no eres feliz. Pero ese es tu secreto más grande, tan grande que ni siquiera lo sabes tú; la verdad escondida tras ese dolor persistente de cabeza, la espalda cansada, los intestinos que están a punto de explotar, la presión baja, la gastritis, y las constantes indigestiones, los mareos y toda clase de síntomas que te hacen olvidar por mucho tiempo (el mayor posible) que te sientes profundamente deprimida y atorada, sin posibilidades de avanzar.
Que te falta fuerza para enfrentar tus miedos, para conocer la verdad, para atreverte al cambio.
Te ves entonces en el espejo y sabes que su sentencia es inapelable: el tiempo se te ha echado encima. La piel está seca por más vasos de agua que trates de tomarte, los ojos abotagados aunque ya casi no te desveles, las arrugas se te notan aunque no sonrías y las ojeras son el testimonio de tu mal dormir, si es que duermes algo.
La vida pasaba demasiado aprisa y no tuviste tiempo de mirarte al espejo como hoy lo haces. Había otras cosas más importantes de qué ocuparse. Después de todo el futuro era algo muy lejano, alcanzaba solo a los otros. Pero hoy estas ahí, con la mirada clavada en el espejo, con el desasosiego de quien no quiere ver lo que ve, de quien no quiere aceptar que la vida se escapa, de quien no se reconoce más en esa cara y ese cuerpo.
Es el momento de las decisiones fallidas: la liposucción y el lift para quedar como nueva, aunque me duela hasta el alma, me cueste una lana y nadie me reconozca. O puedo meterme cuatro horas diarias al gimnasio y comprarme ropa de jovencita y estar en onda y decir: “si güey”. O ir en busca de un hombre más joven que me haga creer que yo también me veo más joven y deseable. O ir a los Women´s club con mis amigas en un acto de rebeldía y gritar y emborracharme, creyendo que en realidad pasé una noche muy divertida, en compañía de jovencitos apetitosos.
Pero también está la otra opción: la de enfrentar al espejo y cantarle mi vida, llorarle mis verdades, tratar de congraciarme con ese reflejo, entender que tendré que encontrar nuevas rutas y recorrer nuevos caminos.
En eso estoy. En eso deberíamos estar. Después de todo, aún nos queda tiempo de bien vivir, de bien amar, de volver a soñar, pese a que hoy ya no nos resulte tan fácil.
Comentarios
ARRIBA Y ADELANTE
Me da mucho gusto de encontrarte esta noche y leer y releer tu artículo que me hizo llorar porque así me he sentido, hacer esfuerzo diario al levantarme para lograr estar bien. Y estoy de acuerdo contigo ya que elijo el camino de bien vivir, bien amar y volver a soñar. Te escuchaba todos los días en radio centro. Te extraño, me fascinaba tu estilo que me dejaba de buen humor durante el día. Guillermina Miguel.
Gracias, por encender un foquito que nos alerta a no dejarnos de ver, de no permitir distraer nuestra atención en nosotras y en nuestra realidad, me gusto mucho esa parte en que dices " la de enfrentar al espejo y cantarle mi vida, llorarle mis verdades, tratar de congraciarme con ese reflejo, entender que tendré que encontrar nuevas rutas y recorrer nuevos caminos".
Un beso.
Un beso a todas!!!